Plan vial del norte, sin apoyo distrital

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


El Plan Vial del Norte, una propuesta ambiciosa que fue concebida, estructurada y contratada en el año 2006, y que en su momento para muchos resultaba ser un proyecto irrealizable por su envergadura y la fuerte inversión que implicaba por parte de los gobiernos departamental y nacional, es hoy una realidad que beneficia a los magdalenenses y especialmente a los samarios

quienes en años anteriores, además de padecer los altos índices de accidentabilidad de un corredor estrangulado vehicularmente, tenían que sufrir el deterioro de la economía local, por cuenta del conflicto de accesibilidad al destino y sus principales atractivos turísticos.

Aunque la accesibilidad de la ciudad mejoró ostensiblemente, haciéndola incluso más atractiva desde el punto de vista turístico e inmobiliario, lo cual se reflejó casi de inmediato con la valorización del suelo sobre la zona costera, en donde paralelo a la construcción del proyecto vial se dispararon las inversiones de grandes complejos residenciales y hoteleros, que hoy aportan generación de empleo y desarrollo económico local; lo cierto es que el beneficio para Santa Marta quedó a medias, debido al desinterés que mantuvieron en mayor o menor medida los alcaldes que desde la estructuración del Plan hasta la fecha han gobernado.

El Plan se estructuró para desarrollarse en dos Fases; Alcances Básico y Progresivo. El primero definido por el diseño, rehabilitación calzada existente, construcción de la segunda calzada, conservación, mantenimiento y operación de la carretera Ye de Ciénaga- Santa Marta. El Alcance progresivo por su parte, involucraba para la ciudad, la construcción de obras que fortalecerían su urbanismo, entre las cuales se destacan; construcción de vías paralelas y transversales, paraderos, arborización, paisajismo y puentes peatonales en los sectores del Aeropuerto hasta Pozos Colorados y de La Lucha hasta Mamatoco.

La vías paralelas, permitirían que las comunidades aledañas se movilizaran con mayor seguridad y facilidad desde y hacia sus áreas de interés y por ende, las calzadas principales no se verían afectadas como en la actualidad, por el tráfico urbano que disminuye velocidad y deteriora de manera acelerada dichos corredores.

Las vías transversales, tenían como objetivo conectar ciertos sectores que se encuentran en medio de la Doble Calzada y la Vía al Puerto, y contribuir así en mejorar la conectividad, accesibilidad, pero sobretodo, descongestionar las saturadas vías urbanas, que desde hace mucho tiempo son insuficientes para atender el tráfico regular de la ciudad.

El Plan Vial del Norte fue pensado como un proyecto integrador, que además de mejorar la accesibilidad a la ciudad, tendría un impacto en su ordenamiento urbanístico. Sin embargo, esto solo era posible con el concurso de la entidad territorial, a fin de articular por medio de su Plan de Ordenamiento Territorial, las acciones para reservar las zonas definidas en el trazado del Alcance Progresivo del proyecto.

Contrario a lo anterior, las autoridades locales han autorizado la intervención sobre las zonas de reserva, de manera que han disminuido las probabilidades de implementación del Plan. Esto además de afectar las bases del proyecto vial, afecta también las del ordenamiento mismo de la ciudad. Tal es el caso de las construcciones permitidas sobre la Vía Alterna al Puerto, donde fue proyectada una segunda calzada y en medio de éstas, el traslado de la vía férrea. Por efecto de las lesivas autorizaciones, el diseño de dicho proyecto presenta conflictos y en el mejor de los casos, su ejecución hoy, resultaría muy costosa desde el punto de vista de la gestión predial.

Desafortunadamente, los alcaldes de la ciudad, caracterizados por la miopía de sus intereses, sólo vieron en esta iniciativa una desventaja por no estar al frente de ella y poder así reclamar los réditos políticos de su gestión. En virtud de esto, optaron por entorpecer la participación del ente local de forma tal, que el proyecto se ha ejecutado en la ciudad a pesar de sus propias autoridades.

Proyectos de alto impacto como el Plan Vial del Norte, son iniciativas de transformación real. Santa Marta aún puede rescatar los beneficios que le corresponden, pero necesita dolientes que los reclamen. He aquí, nuevamente la necesidad y oportunidad de liderazgo de gremios, organizaciones profesionales, empresarios y en general de quienes se autodenominan fuerzas vivas de la ciudad.