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Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



¿Cuál es el impacto de que Márquez, Santrich y El Paisa anuncien que retoman las armas?  Más allá del bombazo mediático y de las reacciones postizas y exageradas de las personalidades colombianas, del gobierno y de los elegidos, el impacto es nulo.

Unos delincuentes que andaban a la deriva y que nunca cesaron de delinquir, ahora tienen tres cabecillas.  Márquez le da al grupo delincuencial un maquillaje político, Santrich sigue en lo mismo, logística del narcotráfico, y El Paisa, jefe de extorsiones y acciones militares.  ¿Es una amenaza para el país?  No mucho más de lo que era el día antes del anuncio.

Hay unos exguerrilleros que creen en la desmovilización y que con sinceridad quieren reincorporarse a la sociedad, y esto tiene que ser protegido y defendido por todos los colombianos, comenzando por el gobierno.  No es un tema de acuerdos firmados, y dicho sea de paso, este no es el momento de re litigar la validez de los acuerdos.  Esta página debe ser pasada por el gobierno y por el Centro Democrático.

Todos los colombianos, sin excepción, esperamos la acción contundente del estado para enfrentar esta y todas las bandas criminales que siembran muerte, desolación y tristeza en nuestras comunidades.  Es la ausencia de estado la que permite el resurgimiento o rearme de grupos criminales.  Los espacios abandonados por los sectores desmovilizados de las Farc no fueron copados por el estado, y este vacío ha permitido que grupos distintos, o los mismos con diferentes nombres y escarapelas, actúen como un para estado con fines criminales.

Es irresponsable el palpable ventajismo político de algunos que con motivación electoral pretenden colocar a contrincantes políticos en la orilla guerrillera solo por ser fuerzas alternativas.  Las elecciones pasan, pero la confusión y el odio quedan. Candidatos y candidatas, sean responsables.

¿Por qué volvieron Márquez, Santrich y El Paisa al monte?  Porque desconocieron lo que ellos mismos firmaron en La Habana.  Los delitos cometidos con posterioridad a lo firmado en Cuba no estaban protegidos sino que caían en la esfera del régimen penal ordinario.  Vuelven al monte porque sabían que era imposible que no fueran condenados por la justicia, y entonces el rearme es una forma de desconocer la potestad y la validez de las leyes del estado, y así lograr la impunidad.  En su mundo delincuencial ni el narcotráfico ni la extorsión son delitos y no ven por qué tendrían que pagar por ellos.  El delito de narcotráfico por ser un delito transnacional abre la puerta a la extradición a los Estados Unidos, de hecho Santrich casi es extraditado, y fieles a la filosofía narco que alguna vez expresara el tenebroso Escobar: mejor una tumba en Colombia que una cárcel en los Estados Unidos.

La sombría perspectiva de una cárcel en los Estados Unidos hace pensar que los tres bandidos pelearán hasta las últimas consecuencias.  Ser capturados vivos no es una opción.  En este caso específico no se ve una salida diferente a la militar o policiva.  No es posible renegociar lo acordado en Cuba solo para brindarles impunidad a todo lo hecho y lo por hacer.

La real preocupación surge por otro lado, y tiene que ver con lo que suceda en Venezuela.  Cuando Maduro colapse, el caos inmediato junto con fuerzas militares corruptas, le abrirán inmensas posibilidades operativas a Márquez y compañía.  Es muy probable que muchos venezolanos se unan al grupo delincuencial, y que tengan abiertamente operaciones criminales en ambos países; es decir, una organización criminal internacional.

Situación compleja porque dependemos de que Venezuela recobre la estabilidad, el orden y el imperio de la ley para poder neutralizar, al menos en lo militar, efectivamente esta amenaza.  Sin la cooperación efectiva de las autoridades venezolanas, nos la pasaremos jugando el juego del gato y el ratón.  Sin duda que la porosidad de la frontera Colombo-venezolana y la dificultad del terreno le quitan efectividad a nuestras fuerzas armadas.

Es imperativo que no solo las autoridades consideren a estos tres personajes objetivo militar de alto valor sino que además se hagan todos los esfuerzos operativos para neutralizarlos en no más de noventa días.  El tiempo juega a favor de los criminales. 

Por lo pronto, mantengamos la calma y la cabeza fría.