Socialismo y el fallido cálculo económico

Columnas de Opinión
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A propósito de las crisis actuales en los sistemas de economías dirigidas (planificación central o sistema socialista) cuya característica principal es la propiedad colectiva o propiedad estatal de los medios de producción, dónde no existe espacio para la propiedad privada y tampoco un mercado para los medios productivos, vale la pena realizar un pequeño análisis de sus postulados y examinar brevemente el porqué de sus repetidas dificultades a través de los tiempos.

El modelo socialista propone que todo el manejo económico sea planeado y administrado por el gobierno. Su principal objetivo es desaparecer la propiedad privada de los medios de producción para luego convertirlo en producción social. Todo lo generado termina en manos del estado, dirigido por una élite que somete al pueblo a sus políticas centralistas, poco eficientes y estáticas ante un mundo cada vez más dinámico.

Ludwig von Mises, economista y filósofo perteneciente a la escuela austriaca, expuso en su obra “Socialismo: un análisis económico y sociológico” sobre la ignorancia y la arrogancia de creer que toda la economía de un país puede ser programada, organizada, controlada y dirigida desde un órgano de planificación central; explica cómo el sistema desaparece al libre desempeño de las fuerzas de la oferta y la demanda; en el mismo sentido expone como se evapora el sistema de precios y la moneda pierde su importancia como patrón de cambio. Sin la moneda como patrón de cambio es imposible llevar a cabo el cálculo económico de manera racional.

La moneda facilita las transacciones entre oferentes y demandantes permitiendo que se pueda estimar de manera eficiente el desempeño económico, es decir, la moneda es la base para el cálculo económico. Es un principio económico-administrativo, lo que no se mide en términos productivos no se puede controlar y lo que no se controla, no se administra. 

Por otro lado, en el sistema de libre mercado predomina la propiedad privada de los medios de producción y la libertad que tienen los consumidores de poder elegir entre diferentes opciones de lo que pueden disfrutar, además de los beneficios que brinda la libre competencia como el incentivo a las empresas para crear productos innovadores, de mayor calidad y a mejores precios para los consumidores,  características propias de este sistema.

En cambio el socialismo ofrece promesas imposibles de cumplir, cargadas con falsas expectativas y soportadas en los errores del liberalismo económico. El Socialismo depende de la democracia para poder crecer, se sirve de las instituciones democráticas para estar cada vez más cerca del poder; comienza a incidir poco a poco en el derecho a la escogencia económica y política de los ciudadanos. Al final cuando logra instalarse en el poder,  expropia los medios de producción para construir un modelo económico totalmente intervencionista.

El problema de la organización económica se fundamenta en tres interrogantes: ¿Qué producir?, ¿Cómo producir? y ¿Para quién producir? El destacado economista de la misma escuela austriaca Friedrich Hayek, explicó la imposibilidad del manejo económico por parte del órgano de planificación central resumida en los siguientes términos: “la tarea titánica destinada a fracasar”.