Se embobó el partido Liberal

Columnas de Opinión
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El partido Liberal colombiano perdió la dignidad. Ese partido que tuvo dirigentes y pueblo en el siglo XIX capaces de hacerse matar por ideales y convicciones de libertad de igualdad y dignidad humana.

Ese partido que encarnó en su rabia y su arrojo no solo los reclamos y el derecho a la justicia de masas miserables, explotadas y vejadas y menospreciadas y que tuvo el valor de pelear guerras civiles cruentas y duras para que el pobrerío y la gente libre no cayera al hueco de la ignominia y la resignación y para que se mantuviera encendida la esperanza de democracia y de justicia social en esta nación explotada por castas sin escrúpulos ni compasión.

Ese partido que llegó al poder por las urnas en la primera mitad del siglo XX sin regalar ni negociar principios después de décadas de persecución y de luchas desde el desierto para por fin empezar a transformar esta nación, luchas de titanes que hicieron valer y respetar con su inteligencia y su pundonor la dignidad de las derrotas y la justicia de sus causas en el torrente de su pelea limpia y sin tregua, a pura garganta, en las plazas públicas y entre los andurriales de los humildes y desheredados. Ese partido masacrado en la mitad del siglo XX desde el poder reaccionario y sectario que no sólo asesinaba liberales de ruana sino que llegó a la brutalidad de matar a Gaitán.

Ese partido que levantó su voz en medio del fuego cruzado para rescatar a esta nación de las manos del crimen desde el grito de desesperación y la vitalidad y la inteligencia de Lara y Galán, también mártires del liberalismo.

Ese partido que fue capaz de mantenerse en el asfalto durante los últimos tres gobiernos que vinieron de menos a más entre melancólicos y babosos hasta impetuosos y depredadores y descarados.

Ese partido con todo y sus defectos de todas maneras glorioso por las historias de sus muertos y por sus causas justicieras, termina ahora regalado a este régimen de mercenarios y tramposos que presiden los Santos y los Vargas y demás tránsfugas que se pasean sin escrúpulo de cuatrienio en cuatrienio bajo las toldas y al abrigo de cualquier bandera que les garantice mantenerse en la nómina oficial, no importa que tengan que mentir y traicionar y hasta andar del brazo de políticos oscuros y nefastos y llegar cuando les toque al colmo de ser testigos mudos de atrocidades sin que se les pase por la conciencia la menor vergüenza ni escrúpulo.

Y para rematar como si fuera poco, con la complicidad y la abyección de estos liberales gobiernistas y puesteros que entregan sin gloria las banderas del liberalismo resulta ahora que la denuncia de las corruptelas y los estropicios de regímenes pasados los están dizque destapando los Santos y los Vargas y sus colas de cínicos que no sólo hicieron parte de esos gobiernos y sacaron ventajas políticas de ellos y los usaron de escalera para treparse donde están, sino que los representaron y los hicieron posibles.

Hoy el liberalismo debiera estar denunciando las condiciones precarias de vida de multitudes de compatriotas y el saqueo la corrupción las penurias el despilfarro la arbitrariedad de las que hemos sido víctimas los colombianos a lo largo de más de una década y debieran estar reclamando el derecho a ser alternativa de poder porque ese partido no se había plegado ni cohonestó esos latrocinios sino que tuvo razón en su crítica y en su oposición.

Pero no… en la pobreza de espíritu y la falta de bríos de dirigentes sin temple ni garra ni compromiso, estos liberales resolvieron recostarse…se inclinan y dan paso a sus nuevos jefes, personajes retrógrados y desparpajados que en vez de responder por el daño que hicieron a esta sociedad, posan de redentores y genios de la política. El partido Liberal no sólo perdió la dignidad, la vergüenza y el valor civil, sino que se embobó.

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