La Guajira, un pobre pueblo rodeado de riquezas

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


Cuando se habla de la guajira sedienta y de hambruna, se enfoca sin duda la guajira desértica, olvidada, aislada, la carente de agua, de alimentos, el deterioro del ganado, las malas cosechas, la que sufre hoy la mayor sequia de su historia aquella que desde su capital Uribia, se extiende hasta la parte septentrional del continente. Esta Guajira semi deshabitada ha vivido eternamente arrinconada y olvidada por el gobierno nacional y aún no han encontrado un mecanismo que pudiera sacarla del olvido.

El gobierno del general Rojas Pinilla, mediante el Ministerio de Agricultura creó en la guajira una pequeña institución que llamó Proaguas, (provisiones de agua para la guajira) esta creación fue actora por lo menos dos centenares de molinos de viento, los cuales de alguna manera simplificaban la adipsia que padece el pueblo wayúu.

Esta institución estatal Proaguas se encontraba dotaba de múltiples repuestos para habilitar cualquier emergencia que descalificara la responsabilidad de los molinos, también de personal suficiente y de vehículos específicos para cubrir de manera inmediata los inconvenientes que pudiera padecer los molinos.

Mientras este organismo laboró no se registró ningún archivo que pudiera contener muertes de indígenas por hambruna y por sed, por lo contrario, aunque los artefactos eólicos no alcanzaban a abastecer en 100% las necesidades que pudiera cubrir la sed de la población, sí logró que la emporio wayúu, pudiera proporcionar suficiente líquido para apaciguar la adipsia que pudieran soportar sus animales, aun le alcanzaba para baldear sus rozas, de las cuales sacaban las hortalizas para su trivial sustento.

El presidente Gaviria, decidió acabar con esta institución que abrigó por cuatro décadas la sequía guajira, fue sellada sin que hubiese algunas otra agrupación que pudiera sustentar la faena que proaguas vanidosamente mantuvo. Hoy los medios de comunicación enteran al país que la escasez de agua en la Guajira ha proporcionado la muerte a más 4.700 niños wayúu entre 2007 y 2015, lo que nos indica que la escasez de agua, nos mantiene en un laberinto de enfermedades infecciosas que nos obliga a poseer la moderna conquista terapéutica.

La presencia del presidente Santos en Nazaret, prometió que para abastecer de agua a la población wayúu, destinaría 37 vehículos cisternas que se ocuparían en extinguir la escasez de agua en la guajira septentrional. Su periodo presidencial culminó sin que los guajiros pudiéramos bebernos una gota de su colosal promesa.

En el 2018 Juan Guillermo Zuluaga Ministro de Agricultura, estuvo reunido con la población de Uribia más exactamente en la ranchería de Guarrerapu. A su despedida del Ministerio dejó un valor en cheque que hizo entrega en presencia de los asistentes, el monto del dinero superaba los mil setecientos millones de pesos y advirtió que lo entregado por el Ministerio, no cubría ni la cuota inicial de la inversión que se ejecutaría en la totalidad del municipio. Sin embargo, hasta hoy tampoco se ha vista el inicio de la promesa de finalizar por siempre la sequía inmortal guajira.

Actualmente de nuestro suelo guajiro se extrae 90.400 toneladas diarias de carbón que son exportadas en su totalidad a países europeos. Los indígenas la vemos pasar en innumerables vagones de trenes, que posiblemente deja para la nación un recaudando magnánimo para su economía. Se afirma que esta actividad consume enormes cantidades de agua que podían destinarse al consumo de los indígenas, sin que pudiera hacer mella a la economía nacional.

Dentro de su ya conocida adipsia y el desamparo de la nación, el indio wayúu desenvainará su espada para seguir luchando por la superación del olvido estatal, hasta vencer el horrendo presente y el impredecible futuro, hasta olvidar que somos un pueblo pobre lleno de riquezas.