Percepción es realidad

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El informe de Transparencia Internacional deja mal parado al país en percepción de corrupción. 

Se conoce el informe en un momento en que se han conocido varios autos procesales que parecieran confirmar que es una realidad y no solo percepción.

El Director Ejecutivo de Transparencia por Colombia, Andrés Hernández, acotando el informe, dijo que “la corrupción está poniendo al estado contra la pared” ; a paso seguido da la solución: “Reactivar la discusión de una agenda de reformas normativas técnicamente sólidas, sustentadas en los compromisos internacionales que el país ha adquirido, y apoyada en un diálogo con distintos sectores”.  Toda una solución cantinflesca.  Parece decir algo muy importante, pero en realidad no dijo nada.

Volviendo a los hechos de los últimos días: se cayó la acusación contra Mattos y Guatibonza, una carta que iba para los Estados Unidos a solicitar información sobre Santrich nunca llegó y por alguna razón inexplicable, se atascó en el Canal de Panamá, y en lo local, se reactiva una acusación contra Caicedo por el asesinato del estudiante Maduro.  En fin, en lo que a la justicia se refiere, siempre nos dan la impresión de que las cosas van a funcionar, pero “sorpresivamente” al final nada pasa.  No era más que teatro para consumo masivo y calabaza, calabaza, todo el mundo pa su casa.

Si el señor Hernández viviera en este planeta, o por lo menos conociera la historia de Colombia, sabría que no es que la corrupción esté poniendo al estado contra la pared sino que el estado colombiano nació corrupto, ha sido manejado por corruptos desde los tiempos virreinales, y por ende es corrupto.  Valga la pena aclarar, que el estado es corrupto en mayor o menor medida porque hay sitios donde lo único que hay es ausencia de estado; entonces teóricamente estos sitios no podrían tener corrupción, ya que esta la última presupone por definición la existencia del primero.  Dicho en otras palabras, hay regiones más corruptas que otras, y hay instituciones permeadas por la corrupción donde quiera que tienen presencia.

Ahora bien, frente a esta realidad palmaria podemos tener dos actitudes: pedir revoluciones de izquierda, las cuales al final terminan siendo mucho más corruptas, o mirar el asunto con una visión de largo plazo; es decir, entender que la corrupción es mayor en las democracias incipientes, pero que es un problema que eventualmente cede cuando las democracias alcanzan la mayoría de edad.  Gran parte del problema que nos aqueja tiene sus raíces en que el sector público en términos de empleo y de recursos pesa demasiado en la economía nacional y en las locales.  El día que la senda del desarrollo económico haga que el sector privado sea el mayor empleador y el que más pesa, el día que los hijos de las elites quieran ser empresarios y no políticos, ese día estaremos en camino a resolver el nudo gordiano de la corrupción.  El único remedio eficaz contra la corrupción es desarrollo económico con un sector privado vigoroso.  La única revolución que sirve es la industrial.  Lo demás son elucubraciones inoficiosas.

Es de esperarse que el gobierno Duque mejore los índices de percepción de corrupción.  Fuera de unos resbalones aquí, allá y acuyá, tiene todo dado para comenzar a recuperar desde la orilla de la gestión pública, la credibilidad en las instituciones.