En cuestión de visa: principio de reciprocidad

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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


Muchas pueden ser las razones para que un país exija visa a los extranjeros que pretenden entrar a su territorio. Es potestad de los gobiernos de turno negarla o quitarla a personas que su presencia no es grata.

Dentro de los destinos turísticos preferidos de los colombianos está Estados Unidos. Muchos van por turismo, trabajo, salud, estudio o por el sueño americano.
Un gran desafío es ir a la embajada de los Estados Unidos a solicitarla: Nos hacen una serie de exigencias que para muchos es casi imposible: que tengamos propiedad raíz, declaración de renta jugosa, cuentas bancarias con buena cantidad de dinero, tarjetas de crédito, seguro médico, buena cantidad de dólares, Asimismo, haber consignado $500.136 por los derechos a ser atendido y le sea asignada la fecha de la cita. Aclarando que todos tenemos que viajar a Bogotá al consulado y estos gastos -no es inversión- pueden sumar $1.200.000.

Lo mismo sucede con la larga fila en la embajada para tener acceso al funcionario que nos atiende por medio de un vidrio. La espera es a la intemperie que raya prácticamente la humillación. Y, cuando llega la hora, se dialoga por medio de un citófono.

Lo cierto es que Colombia es uno de los países que menos visa pide a los extranjeros, somos un país de las puertas abiertas debido a que el turismo es un pilar de nuestra economía.

Pero paradójicamente, el ingreso de muchos turistas a Colombia no es tan engorroso, más allá de que entran con mínima cantidad de dólares, no le exigimos visa, se quedan de turistas hasta cuando les plazca. Muchos practican turismo sexual o se van a consumir drogas a las playas de Palomino en la Guajira, Taganga en Santa Marta o Medellín, otro de los lugares preferidos por muchos extranjeros, ciudad donde tienen acceso a sexo y drogas con facilidad.

No sobra, sin embargo, recordar que los gobiernos son autónomos en decidir quién entra a su país. Sin duda, los estadounidenses no son la excepción, pero acá debe entrar lo altivo y orgulloso de cada Nación y por supuesto el principio de reciprocidad: al que nos pida visa, se la debemos exigir. El trato que nos ofrezcan en su territorio es el que les vamos a brindar acá.

Se hace necesario recordar, que, en el periodo presidencial del Doctor Ernesto Samper, los Estados Unidos le quitó la visa al presidente de los colombianos. En ese instante debimos haber reaccionado con valentía, habérsela exigido a todo estadounidense que quisiera venir a visitarnos. Como no reaccionamos, quitan y niegan visas a diestra y siniestra.
Ante esta circunstancia, hago parte de los colombianos que pensamos que no tenemos nada que ir a hacer a la tierra del tío Sam. Por altivez y orgullo no voy a su embajada a que me digan por medio de un citófono -en Bogotá- que no soy bienvenido. No cumplo ni la mitad de sus exigencias, entonces, no les doy ese gusto.
Dicho todo esto, sin embargo, los colombianos tenemos claro que las relaciones internacionales son potestad de nuestro presidente en manos de su cancillería, pero el día que tengamos el coraje de aplicar el principio de reciprocidad, lo pensarían dos veces para exigirla a nuestros compatriotas que deseen ir a visitarlos.
Para los Estados Unidos no es muy grato la visita de sus vecinos americanos. De los 38 países a los que no le exige visa solo Chile hace parte de este selecto grupo. ¿Por qué no extenderlo a los colombianos? ¿Cuándo nos trataran como verdaderos hermanos?
Cría fama y échate a llorar dice un adagio muy colombiano pero nosotros hemos dado ejemplo a nivel mundial de ser una Nación respetuosa de los principios democráticos, somos respetuosos de los migrantes y somos la Nación mas abierta al mundo.