El Credi-Malboro

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Reyes Escobar

Luis Reyes Escobar

Columna: Opinión

e-mail: luksreyes@hotmail.com


“Se nos fue la niña Caro”, Así me recibieron al llegar a aquel compromiso familiar. Compromiso que todos adquirimos el día en que nacemos: la muerte. Mi abuela falleció, por lo que amigos, familiares y curiosos, se pusieron cita para darnos el pésame y actualizar libreta al compas de unos tintos.
Me sorprendió ver tantos amigos de infancia. Todos me abrazaron, algunos lloraron conmigo y un pequeño grupo reclamó su título de nieto. Mi mente se perdió jugueteando con recuerdos de antaño y uno en especial perduró, el Credi-Malboro. Esta era una práctica del señor Horacio, dueño de la tienda de la esquina, quien anotaba en un cartón de Malboro a todo aquel que merecía el voto de confianza de fiarle lo que deseara llevar.

Los estudiosos del comportamiento humano, dicen que los miedos más grandes del hombre están relacionados con el temor a la muerte. A pesar de eso, mi abuela siempre habló de la muerte como un evento más en el devenir de la vida. Siempre me hizo prometerle que no lloraría el día de su funeral, pero dado al inmenso dolor que me abrazó durante el acto, me fue imposible cumplirle. Paradójicamente, al final del rito me invadió un coctel de paz, tranquilidad y felicidad, que en su momento no pude entender.

Hoy, días después de su partida, cobran sentido los motivos de esa mezcla tan particular de sentimientos. Mi abuela y yo no nos quedamos debiendo nada, por el contrario, nos dimos mutuamente el paz y salvo. Este episodio me llevó a reflexionar y preguntarme ¿podré lograr irme de este mundo estando a paz y salvo con la vida? Aún no tengo la respuesta, pero sé que eso dependerá en gran medida del juicio que emita acerca del sentido de mi vida.

Conferir sentido a la vida, pareciera ser el condicional de la existencia del hombre. Usualmente lo hacemos creando historias que otorgan valor a diferentes aspectos. Solemos otorgar valor al servicio social, al dinero, la academia y así pueden existir tantas formas de conferir sentido a la existencia, como personas en el mundo. Sin embargo, en este proceso obviamos que muchos de nuestros anhelos, no son propiamente nuestros, es decir, gran parte de lo que deseamos hacer o ser, está influenciado por la historia y las prácticas de la cultura en que vivimos, dicho de otra forma, tu circulo de influencia permea tu percepción de valor.

La influencia de nuestro entorno no es un problema en sí, sin embargo, es sano cuestionarnos acerca del porqué de lo que queremos, para tener certeza si realmente somos nosotros quienes lo queremos. Pero ¿para qué hacerlo? bueno, al establecer metas que confieran sentido a nuestras vidas, directamente estamos generando una deuda u obligación con nosotros mismos. Por ejemplo, si queremos ser abogados y no conseguimos el cometido, podríamos fácilmente caer en depresión y no encontrarle valor a la vida. Si logramos el objetivo y no nos satisface ejercer la labor, podríamos caer en resentimiento dada a la sensación de tiempo perdido. A pesar de todo lo anterior, la vida siempre nos da la oportunidad de empezar de nuevo, todo depende de nuestro juicio.

No pretendo ser un gurú que ayude a otorgar sentido a la vida, pero si me atrevo a mencionarles cuatro prácticas que me ayudan a conferirle sentido a mi vida. La primera es amar a los que me rodean, eso implica expresar mi afecto y no guardar resentimientos. La segunda es vivir cada día como si fuera el ultimo, esto incluye hacer todas las cosas que quiero hacer y enfrentar mis temores, sin generarle daño a nadie.

La tercera es aprovechar el chance que la vida me da para volver a empezar, esto me permite tomar riesgos sin temor a equivocarme. La última es amarme, lo que no solo implica aceptar mi infinita imperfección, sino demostrarme con actos que me amo. Así pretendo pagar mis deudas y dejar en ceros mi Credi-Malboro. Que ligero me he sentido desde que empecé a pagar mis deudas conmigo y los demás, pero sobretodo, al desprenderme de aquellas deudas que no me pertenecían. Y tú ¿estás dispuesto a dejar en ceros tu Credi-Malboro?