La caravana infinita

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


Salió desde el13 de octubre de San Pedro de Sula en Honduras y se dirige a los Estados Unidos de América. Son más de cuatro mil caminantes que ya dejaron atrás 700 kilómetros de los 2.600 que deberán andar hasta tocar las tierras del gran imperio del Norte. Huyen de la pobreza y la violencia en su país.
Sus pasos firmes tienen con los pelos de punta a los gobiernos de Honduras, Guatemala, México y EEUU que no saben cómo resolver la encrucijada. El miércoles, otra caravana abandonaba el país por una nueva ruta, la del Amatillo, fronteriza con El Salvador. Se habían registrado 1.235 migrantes más y no se descarta que nuevas caravanas masivas estén por darse.

De Venezuela llegan a Colombia caravanas de migrantes que se insertan como hormigas arrieras en nuestro territorio. Ya son más de un millón. Algunas siguen de largo para el Sur del Continente o transitan hacía Panamá. Huyen hastiados de la pobreza y la violencia buscando afanosamente a donde finalmente estacionarse. Africanos de Etiopía, Nigeria, El Congo y Somalia que rompen vallas fronterizas en España y se echan al Mar Mediterráneo desafiando sus misterios y sus enormes riesgos en barcazas de papel hasta alcanzar las costas soleadas de los europeos Los Sirios abandonan su país haciéndole el quite a la guerra de ahora y de siempre. Todos van en direcciones distintas. Despavoridos.

En épocas anteriores lo hicieron los balseros cubanos que huían a Miami. Los nativos vietnamitas y los camboyanos también se movieron y también lo hicieron quienes habitaban los países de la antigua Unión Soviética. Desde los egipcios, griegos, israelitas y romanos la humanidad se ha estado moviendo de un lado a otro. Los judíos asentados en los países del centro de Europa que huyeron de las ansias demenciales de Adolfo Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, porque a los de Hiroshima y Nagasaki no les dieron tiempo para armar su caravana y abandonar, los masacraron ahí mismo. En algunas circunstancias la motivación fueron los negocios y en otras, las guerras por los malos negocios, las pugnas culturales y religiosas.

En fin, el éxodo es una tragedia social y económica que ha estado siempre presente en la historia de la humanidad. Somos miembros de una sociedad de caminantes y, desde que el mundo es global, nos estamos moviendo solos y en caravanas de un lugar a otro sin parar. Renunciando a las raíces. En busca de qué. No sabemos. Solo sabemos de qué huimos y que otro sendero -como dice la canción de Serrat- no queremos volver a pisar. Es una forma de protesta, de reclamo por situaciones dramáticas que viven los países de origen por las mismas razones políticas, económicas y sociales que provocan los gobiernos ineptos, corruptos y dictatoriales. Es alejarse de la muerte -como decía un inmigrante árabe- retando a la muerte.

Si les preguntamos a los andantes por qué migran, nos dicen que por falta de trabajo, de oportunidades, de condiciones mínimas de vida y de servicios. Por los altos índices de homicidios, amenazas y por la inseguridad. Pero, a la distancia, no logran visionar un porvenir cierto, no logran ver nada claro, si no todo es oscuro, nada es completamente diáfano. Es un viaje sin regreso, es una aventura sin esperanzas, sin amarras, sin asidero. No saben cuándo va a parar la caravana ni a dónde se han de bajar, porque la caravana es infinita, su recorrido interminable y no hay quien la pueda aguantar, a menos que los migrantes puedan alcanzar algún día la anhelada libertad.