La micro gerencia, un gran fracaso

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Si algo ha entrado en grave crisis de credibilidad, de eficiencia y de eficacia en el manejo de los grandes asuntos nacionales, es la micro gerencia. Fue la fórmula utilizada por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, que ejercía, sobre todo, en sus famosos Consejos Comunitarios.

Lo interesante es que esa forma de manejar lo público, contó con la aprobación del país que afirmaba que gracias a esa fórmula se había acercado al pueblo que lo reconocía como un gran gobernante. Al hacer memoria, era usual que el presidente Uribe desautorizara a sus subalternos y ejerciera de oposición de su equipo, lo que aclamaban las galerías.

Pero lo más llamativo era cuando sustituía a la justicia y mandaba a la cárcel a un funcionario público o cuando ante la petición de una pobre señora, le ordenaba a sus escoltas que sacaran de la prendería, su anillo de boda.

Las pocas vías que se empezaban a hacer, eran las que el Presidente ordenaba en cada uno de estos encuentros, que servían además para dar órdenes a todo el Gobierno, especialmente a Planeación Nacional, para que hiciera el respectivo seguimiento.

Miles y miles de este tipo de trabajo abrumaría durante ocho años, a funcionarios que dejaron de pensar en el país como un todo, porque lo micro, lo individual, por órdenes superiores, les copaban totalmente su mente y su tiempo.

Por fin apareció un primer mandatario, que se ocupa de nosotros, afirmaban complacidos, los habitantes de esa otra Colombia, que se desprecia, según el ex presidente Uribe, en los cocteles de Bogotá.

Las encuestas reflejaban sin duda, esa gran aceptación que los ocho años de Uribe disfrutaron.

Si no es por la Corte, hoy estaríamos en el tercer período seguido de muchos otros. Estaríamos viviendo el famosos "Estado de Opinión" que sustituiría al "Estado Social de Derecho" que establece nuestra Constitución.

Pero, el país con un infinito asombro, ve aparecer día traa día más escándalos de corrupción, de mal manejo de recursos públicos, de estancamiento en el sector agropecuario, de destrucción de instituciones que quedaron en manos de ineptos y de negociantes.

El dinero público rodó a manos llenas y terminó en manos particulares que permitieron una nueva clase de ricos, esos llamados empresarios de la política. Nadie parece salvarse: la Presidencia de la República de ese entonces tiene a muchos personajes en la picota pública; varios ministerios con sus respectivos ministros ad portas de la cárcel; nada que se agota la repartija que se dio entre políticos y entidades del Estado y, finalmente, los escándalos de las Fuerza Militares no sólo fueron de violación inaudita de los derechos humanos sino de física corrupción.

Aún dándole el beneficio de la duda al ex presidente Uribe, lo mínimo que le pasó fue que por estar concentrado en la micro gerencia dejó de manejar los grandes asuntos del Estado. Esto sumado a la mala clase de amigos que mantuvo indefinidamente en altas posiciones, lo llevaran a que la historia juzgue su administración como una, si no la más, corrupta de la historia.

Lo mínimo, para no hablar de lo máximo porque los escándalos de malos manejos no paran, es que se desprestigió esa forma particular de manejar la Presidencia. Ha quedado en evidencia que cuando se concentra el primer mandatario en lo micro abandona lo macro.

La pregunta diaria, es ¿dónde estaba el Presidente cuando se cranearon Agro Ingreso Seguro, la repartija de la Dirección Nacional de Estupefacientes; la explosión de licencias mineras en páramos y parques naturales; cuando se hacían ferias y fiestas en Tolemaida; cuando los Nule, sus parlamentarios y funcionarios preferidos, estafaban al Gobierno y a medio país?