El Magdalena en la reforma a la educación superior

Columnas de Opinión
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En esta ocasión quiero tratar el problema del acceso a la educación superior y para ello se tomará como referente la situación del departamento del Magdalena.

En general, según el Dane, el Magdalena tiene una población de 144.918 jóvenes que tienen edad para cursar estudios superiores (18-24 años), pero menos de 20.000 de ellos podrían tener esa posibilidad, pues alcanzan el grado de bachilleres; es decir, de entrada hay una barrera de acceso que se gesta en la eficacia de la formación Básica y Media.

Cabe resaltar que según el último censo en el departamento del Magdalena sólo el 11,8 de la población alcanza a completar educación media y sólo 7.9% alcanzarán algún nivel de educación superior. Aquí radica gran parte de la desigualdad social latente en la sociedad magdalenense.

Retomando el tema central, de los estudiantes que terminan la Media en un año que son menos de 20.000 (en 2008 fueron 17.867) solamente se matricularán en primer curso cerca de 8.000, considerando un 42% como índice de absorción; y de ellos cerca de la mitad desertará (41.9%) generalmente por causas asociadas a su condición económica, pues cerca del 67% de los jóvenes que ingresan a la educación superior pertenecen a estratos 1,2 y 3.

A pesar de que la cobertura del departamento de Magdalena creció cerca de tres veces al pasar del 6,7 al 21,6% en los últimos siete años, todavía hay cerca de 113 mil jóvenes que no podrán tener un empleo formal si no se capacitan en los próximos años en cursos de formación técnica, tecnología o profesional, como lo demandan las economías modernas.

Retornando al cuestionamiento que nos hace reflexionar, están claras dos cosas el mejoramiento en el acceso; la primera es que no es un asunto solamente de cupos en la universidad existe una barrera estructural que radica en el acceso a la formación básica y al éxito en el sistema escolar, lo cual invitaría a pensar seriamente a redimensionar el proyecto de reforma educativa a todo el sector educativo.

La segunda cuestión que cuesta creer es que, por puro altruismo del sector privado se podrá mejorar el acceso a los 12.000 jóvenes que siendo bachilleres quedan por fuera del sistema de educación superior y por sobre todo ¿quién y cómo se pagará la retención para frenar la deserción en la población de estratos del 1 al 3? Como pueden apreciar existen muchas dudas que invitan a ampliar la reflexión en torno al proyecto de Reforma Integral de la Educación como lo llamaría a la luz de lo escrito en este artículo.

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