"El arquiteitico"

Columnas de Opinión
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En San Fernando, Magdalena, como en cualquier rincón de la costa Caribe, nacen personajes únicos, llenos de pensamientos prácticos, y de lógicas arrasadoras, simples, pero efectivas; y muchas veces no saben siquiera firmar su nombre pero se destacan en diferentes artes con eficacia, eficiencia y profesionalismo.

En este pueblo pedazo del alma mía vive mi amigo, Miguel Márquez Mendoza. Lo conozco desde siempre.

Tiene como 1000 años. Yo muchas veces me he preguntado qué será lo que Migue no sabe hacer. Porque hace de todo. Inventa lo que no está hecho. Alguna vez le hizo a la mamá un pozo artesanal y al lado le acondicionó una estructura en concreto como de campana invertida, a este artefacto lo llenaba con el agua del pozo y con una manguera en la base repartía agua para toda la casa de bahareque donde vivía.

Cuando yo iba a la casa de la señora Matilde Mendoza, quien es la madre de Migue y como de 100 personas más, (a buscar agua, por supuesto), siempre encontraba algo exótico que había salido de la mente creadora y de las manos prodigiosas de este polifacético sanfernandero y lo había materializado: Taburetes de diferentes formas y estilos, equipos de sonidos con amplificación "Made In Migue", materas con su sello propio, elementos, pájaros, cosas preciosas talladas en madera, pesebres hechos de barro con una fidelidad tan nítida de los personajes, y eran tan real las escenas que Migue plasmaba con sus figuras bíblicas hechas de barro que su mamá muchas veces se arrodillaba ante ellas les rezaba y les pedía algún milagro.

Un día se molestó conmigo. Había en la casa un trabajo de albañilería que hacer y mi hermana Isyoli se lo encomendó a un reputado maestro pero no lo hizo bien. Migue, que me dice primo y a mi mamá tía sin que medie parentesco y de lo que me siento orgulloso, me insultó con toda la razón del mundo, porque no era posible -según él- que sabiendo él levantar esa paredilla se hubiera buscado a alguien que no sabía ni "la O por lo cuadrada". "Primo, me dijo, yo no he ido a ningún colegio, a ninguna universidad, ¡¡pero yo soy 'Arquiteitico'!!. Querrás decir, Arquitecto, me aventuré, y me corrigió de nuevo: "Ese es el que hace planos y jodas de esas. Yo soy 'Arquiteitico', porque hago de todo y bien hecho".

En medio de tantos candidatos que desean ser alcaldes del municipio de Santa Ana, Magdalena, ¿no será -pregunto yo- que lo que necesitamos es gente con sentido común, que sienta amor por cada cosa que haga, como Miguel Márquez Mendoza? No habrá llegado el momento de que Santa Ana sea gerenciada por una persona de hacha y machete, de abarca y sombrero, que le corra la sangre del éxito por las venas, que no confunda retroceso con progreso, que sea idealista, listo, arriesgado, que sea correcto, que sea transparente como Migue (aunque el alcohol quizás lo ha puesto más transparente, físicamente).

¿No será que Santa Ana no necesita a profesionales con las paredes de su casa tapizadas de diplomas pero con mentes huecas? ¿No ha llegado la hora de darle oportunidad a personajes con un intelecto innato, con sabiduría que aunque la utilizan segundo a segundo sigue sin desbravar de tanto que tienen, y dispuesto a dar la vida si es necesario porque este municipio al fin salga del atolladero?

Santa Ana necesita a un Migue. Si es sanfernandero, mucho mejor. A alguien que cada vez que prometa o diga algo no le crezca la nariz. A alguien que ponga los intereses del municipio por encima del suyo, o de sus familiares, o de su grupo politiquero, a alguien que sienta la misma sed por agua potable que nosotros, a alguien que se enferme de lo mismo que nosotros, a alguien que le duela el hambre de nuestros niños y el abandono de nuestros mayores, a alguien que padezca la situación de las pésimas vías, que le duela la deforestación inmisericorde de los suelos, que le duela la sedimentación y desaparición de los cuerpos de agua, que le duela el que algunos vecinos de las costas de las ciénagas se apropien de sus riberas con alambres de púas, que le duela que nos estemos sintiendo como un cabo de vela por culpa de la pobreza y de la corrupción. Santa Ana necesita a alguien con don de gente.

A alguien que cuando nosotros estornudemos a él le dé gripa. A Alguien que además de ser excelente persona sea excelente gerente. Santa Ana debe volver a lo básico, a lo fundamental, como dijera el inmolado Álvaro Gómez Hurtado.

Ya es hora de que Santa Ana sea gobernada por alguien nacido en algunas de sus cientos de veredas o corregimientos, para que demuestre de todo de lo que es capaz un campesino serio cuando le dan la oportunidad.

A lo mejor llegó la hora de que Santa Ana sea administrada por "un arquiteitico", el que todo lo puede y todo lo hace, porque ha sido premiado con un ingenio para ponerlo al servicio de su gente.

Ese que no enseñan en las universidades sino en el día a día de la escuela de la vida. Santa Ana necesita a alguien que piense y sienta como Migue, no a Migue, que lo que quiere es ser Presidente, porque para serlo, según él, los Presidentes no estudian.

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