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Escrito por:

Sofía Gaviria Correa

Sofía Gaviria Correa

Columna: Opinión

e-mail: gaviriacorrea@gmail.com



Llama mucho la atención que, como hemos visto en estos días, los colombianos seamos capaces de unirnos en torno a una selección de fútbol, pero no alrededor de los gobernantes, de los cuales depende el futuro de todos.

Los colombianos nos sentimos parte de los triunfos futboleros de Colombia; abiertamente, damos consejos, comentarios o sugerencias a Pekerman, sobre una jugada o una estrategia y estamos con nuestro equipo en las buenas y en las malas. 

Una de las grandes fortalezas de nuestra selección es que cuenta con un “equipo” de cincuenta millones de personas que no perdemos la esperanza. La semana pasada, luego de un partido terrible contra Japón, no nos dimos por vencidos, le dimos al tricolor un compás de espera, y, ahora, nos regocijamos de haber tenido fe en la selección, que acaba de dar tan buenos resultados en los partidos contra Polonia  y Senegal. 

Pero, mientras tanto, a pesar de que el presidente electo Duque repite en todas partes que su gran propósito es el de superar la polarización y de sumar las fuerzas de quienes realmente tenemos interés en reconstruir el país, le está tocando lidiar con Petro y su camarilla que, sin que haya ni siquiera comenzado el nuevo gobierno, están haciendo desde ahora de la oposición no una disidencia reflexiva y propositiva, sino una crítica destructiva y oportunista que solo busca entorpecer el rumbo del nuevo programa, porque cree que su única opción para llegar al poder es deslegitimando la institucionalidad del país.

Así como todos los colombianos nos sentimos orgullosos de nuestra selección y estamos siempre con ella, porque ella es “nosotros”, quiero que nos sintamos partícipes del nuevo gobierno.  Los invito a todos a apoyar al director técnico del país y a confiar en su equipo, que va a ser seguramente, la Selección Colombia de nuestro futuro, en cuanto a capacidad y a compromiso con la recuperación del país y la salvación de la democracia.

El mejorestar de todos implica el ejercicio activo de derechos fundamentales como la salud, la educación, la vivienda, el trabajo, la seguridad y la participación política.  Y esto no puede lograrse sin una estrategia de unión de todos los sectores y colectivos de la sociedad, más allá de su ubicación en el espectro ideológico.  

En nuestro país, desde la Patria Boba y la Independencia, los intereses personales y la falta de apertura para reconocer y escuchar al otro han sido causantes de la parálisis que no nos ha dejado florecer como la potencia que Colombia tendría derecho a ser, por sus recursos naturales, culturales y humanos.

Hoy, con un gobierno de unidad, de talante liberal, pluralista y del cual podrán, si quieren, hacer parte todos los sectores, se podrían cristalizar propuestas esenciales para fortalecer a nuestra clase media y llevarla al estado de bienestar que por el que propende nuestra constitución (redactada, precisamente, con el aporte de todas las orillas ideológicas).

Espero que todos los sectores, sin excepción, contribuyan a aterrizar los objetivos plasmados en el nuevo plan de Colombia, porque el progreso del país es el progreso de todos.  Aquí vale recordar la máxima japonesa, del famoso escritor Ryunosuke Satoro: “Individualmente, somos una gota. Juntos, somos un océano”.