¿Quién gana y quién pierde?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co


Luego de un proceso electoral, innegablemente trascendental en Colombia, como lo fue el del pasado 17 de junio entre dos candidatos que representan dos puntos de vista paralelos sobre la forma en la que se debe gobernar, solo me queda plantearme el interrogante sencillo y sobrio que titula este artículo.

Tal vez el hacerlo me permita entrar en un proceso de despertar del sueño utópico (aquella vieja idea de una sociedad distinta en la que he nacido, crecido y formado). Tal vez me reoriente y me permita pensar, tal como lo afirma Aristóteles en las primeras páginas de La Política que “algunos nacen para mandar y otros para obedecer”. Posiblemente bajo esa afirmación y a través de un poderoso karma, logre ubicarme con resignación cuasi de obediencia en los segundos actores de la sociedad del filósofo griego.

Sin embargo, después de todo el proceso electoral, también me atrevo a decir, que en ninguna época de la historia en Colombia se había opinado tanto de política, labor que le debemos a las redes digitales. Pero tampoco en otro momento las opiniones han sido tan vacuas: una guerra de memes absurda, una violencia sin sentido, un compartir de imágenes y noticias falsas. La mayoría de estos “participantes” muestran que no han tenido, lamentablemente, la oportunidad de conocer, ni de interesarse por la historia, mucho menos por la economía política clásica, la cual ha contribuido a la construcción de nuestras sociedades contemporáneas y a cada uno de sus roles. Faltaron los fundamentos reales para una elección. Es obvio que con tal afirmación queda explicita mi tendencia electoral. Sin embargo, la intención del escrito no es censurar, ni agudizar la violencia en contra de mi propia clase social, sino interpelar a través de la pregunta ¿Quién ganó y quién perdió?

Por tal motivo, sin desviarme de la pregunta, desde la cual me permito hacer una lectura del proceso.  Ha perdido nuevamente el pueblo trabajador, los estudiantes, los “pre-pensionados”, todo aquel que desde una labor cualquiera depende de las decisiones de otros, sobre todo de las buenas decisiones del Estado, para continuar con sus proyectos y sus objetivos de vida. En ese sentido, pienso que no se puede pensar que siendo parte de cualquiera de estos actores y votando por el candidato ganador, sentirse triunfador, eso sería perder mucho más, es decir perder la dignidad o entrar en un proceso de confusión de clase. Pues, considero que, en el tema político solo se puede hablar de ganadores y perdedores desde una perspectiva colectiva, en el sentido que, en ese reconocimiento tomamos consciencia de todas nuestras desavenencias y podremos saber a qué atenernos como ciudadanos. En ese orden de ideas, Joseph de Maistre tuvo razón al afirmar que “Cada pueblo elige al gobernante que se merece”

Por otra parte, aunque en un proceso democrático el disenso es un valor imprescindible al igual que el debate, fue lo que menos hubo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia. Se confundió participación ciudadana, democracia, con la violencia digital, confiados la gran mayoría con la absurda idea que al compartir una imagen de desprestigio se podía aportar a las discusiones urgentes sobre las cuales se debía debatir.

A pesar del resultado no podemos desfallecer y quienes nos interesamos por estos temas que no solo son auspiciados en el plano local, sino que son más bien el resultado de una construcción geopolítica inminente con cuestiones como los expresa el esloveno Zizek, que implica a los refugiados, el terror, las guerras nucleares, nuevas formas de segregación, etc. Sigo con la esperanza intacta y a través de la educación como único instrumento de libertad de pensamiento, seguir la lucha a partir de la discusión y reconocimiento de las diferencias que nos ayudan a construir un espacio social en el que todos confluyamos sin distingo.

Quién gana y quién pierde después de un resultado electoral es una pregunta que debe responderse cada ciudadano pensando desde la colectividad, pensando en las nuevas generaciones y sobre todo en su clase social, no como la estructura del marxismo ortodoxo que solo se reduce a poseedores y desposeídos sino a las clases sociales emergentes: refugiados, LGBTI, grupos étnicos, etc.