Mercado de humo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Reyes Escobar

Luis Reyes Escobar

Columna: Opinión

e-mail: luksreyes@hotmail.com


Una de las cosas que agradezco a la vida es el hecho de ser melómano. La música me ha permitido acercarme a personas que han marcado positivamente mi vida y también ha sido una fiel concejera en aquellos momentos en los que he necesitado un par de palabras sabias. Escuchar diferentes géneros musicales te da la oportunidad de sumergirte en una gran variedad de mensajes y temáticas que ayudan a ver desde otra perspectiva la cotidianidad del ser. Este fin de semana, el encargado de ponerme a reflexionar fue el rap. La estrofa que daba vueltas en mi cabeza decía “Y respeto tu progreso sin principio y egoísta, todo el que escribe basura ya lo monta en una pista, los que ayer eran fanáticos hoy ya son liricistas ¿es que no hay trabajo que ahora todos quieren ser artistas?”.

Me parece curioso el apetito de fama con el que hoy en día despierta la sociedad y como el internet se convirtió en el aliado perfecto para alcanzar el éxito. Lo más inquietante, es ver cómo crece un grupo en particular, los speakers motivacionales o inspiradores. Pero ¿cuál es el problema? Yo no me alarmaría si el soporte que brindan estos personajes ayudara a superar momentos de crisis emocional, sentimental o que en general orientaran la vida de todas aquellas personas que lo necesiten, pero al escucharlos atentamente, puedo darme cuenta que muchos de ellos son vendedores de humo. Se convirtieron en profesionales expertos en vender historias llenas de utopía en las que somos protagonistas y héroes.

Estoy muy seguro de que muchas de las personas que hoy en día vemos como modelos a seguir, no tomaron la decisión de desarrollar ese roll. El papel de guía o mentor, no me parece para nada envidiable. Solo basta con echar un vistazo a la carga que arrastran, al asumir la responsabilidad de que cada cosa que hagan o digan, va a impactar a un número incalculable de personas en formas que jamás imaginaron. No me atrevo a describir sus cualidades en detalle, pero digo con tranquilidad, que ellos tienen la integridad y las virtudes necesarias para inspirarnos y convertir esa inspiración en un proceso de transformación. En otras palabras, nos ayudan a ser conscientes de nuestros hábitos negativos y nos crean la necesidad de convertirlos en positivos.

Como no preguntarme ¿por qué los falsos guías se hacen famosos, si no tienen lo que se necesita? La respuesta que salta a mi mente, es por culpa de nosotros. Actualmente vivimos en una sociedad tan superficial, ausente de valores y con tantos vacíos conceptuales, que con facilidad confundimos a la radiante inspiración y/o motivación, con un vano deslumbre. Hoy en día, lo que vale es la seducción y la gente está dispuesta a hacer lo que sea para captar nuestra atención. Somos tan inocentes, que aún nos dejamos enredar por cualquier persona que imposte la voz, coloque la música adecuada y nos diga algo que se conecte con nuestros sentimientos u emociones. El flautista de hamelin, sería el ejemplo visual perfecto para describir esa escena.

El poeta Oscar Wild utilizaba el término sentimentalista para definir a “alguien que quiere darse el lujo de una emoción sin pagar por ella”. Esta me parece la definición  perfecta para una sociedad que decidió cambiar las emociones físicas por imágenes de pulgares arriba, corazones, entre otras. No me atrevo a asegurar que alguien que quiera pagar el costo de sentir, esté en la capacidad de hacerlo. ¿Podrá esa persona escribir su escala de valores? ¿Será capaz de definir sus hábitos positivos y negativos? ¿Tendrá claro que tipo de persona quiere ser en un futuro cercano? ¿Verá en sus padres o personas que lo rodean ejemplos claros de lo que es ser integro? Si alguien ni siquiera se inquieta por responder preguntas de este tipo, no creo que le interese tener un proceso de transformación en su vida y de quererlo, puedo decirle que escuchando una charla o leyendo algún mensaje positivo no va a lograrlo. Los cambios requieren de acciones constantes y  sacrificio, el resto de cosas, no serán tan fuertes como para generar hábitos transformadores.