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Orientación lingüística

Columnas de Opinión
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Hola, amigos, les cuento que he escuchado cantidad de errores de sintaxis, de pronunciación, en fin de gramática en general, en boca de un noticiero local de televisión, lo que me preocupa enormemente, puesto que hay algunos (no muchos, por fortuna) niños y jóvenes que los ven y escuchan, y eso los convierte en un pésimo ejemplo.

Para muestra, no hay manera de que sus reporteros aprendan que todo erario es público, que todo funcionario también, que toda aula es de clases y otros barbarismos con los que salen en sus micrófonos. Y lo peor es que sus directivos no los obligan a leer o estudiar para que no metan las de caminar de esa manera.

Para completar, ahora se les ha dado a algunos de esos reporteros por criticar la actividad de los maestros, dizque contabilizando los días que, según ellos, no trabajamos. Creen, en su crasa ignorancia, que somos simples "dicta clases" y que en eso consiste nuestro trabajo.

No saben que nuestro deber es formar a los jóvenes y niños de este país, y eso hacemos hasta cuando estamos en paro, porque explicar las razones, decirles cómo se protesta ante un gobierno insensible como el samario, hacerles ver cómo la corrupción se va apoderando de la salud (bueno, con esa ya acabó) y de la educación para convertirlas en fuente de enriquecimiento de unos pocos, es enseñarlos a pensar, a darse cuenta de la realidad, para que no terminen siendo unos "soba chaquetas" como los reporteros de marras.

Pero, ¡claro! a nosotros no nos hace mella eso, puesto que sabemos cuáles son nuestros deberes y nuestros derechos. Sabemos que somos la profesión más importante de toda sociedad: la única de la que necesitan todos para hacerse profesionales, aunque después lo olviden y los agradecimientos sean palo como gobernante, palo como funcionario, palo como periodista (aunque solo los de pacotilla), porque ellos no fueron formados por maestros.

Y hasta se dan a la tarea de rebuscar a los poquísimos padres de familia que nos atacan, también como ignorantes, puesto que solo estos creen que el maestro es un dicta clase y nada más, y no entrevistan al grueso de la comunidad educativa, la que sí conoce de nuestro esfuerzo y entrega y por lo tanto nos apoyan. Ellos saben que les respondemos con nuestro deber: formar a sus hijos.

Señores periodistas mal informados, (me perdonan los buenos, que son la gran mayoría, algunos hasta me llaman para consultarme, en su afán de ser mejores) les comunico que un maestro hace acompañamiento a sus alumnos en el salón y fuera de él. Dicta clases, pero también aconseja, orienta, desarrolla actividades extra clase, reúne a los padres para recomendarles cómo manejar los problemas académicos de sus hijos.

Y todo eso por encima del horario de clases. Hasta cuando llega a su casa con la idea de descansar, debe recibir alumnos o padres que lo solicitan. Y los atiende con gusto porque considera que eso está dentro de sus deberes.

Entonces, reporteros de pacotilla, vayan, edúquense, aprendan a hablar, aprendan español y después sí, critiquen al maestro. Si es que pueden aprender sin uno de nosotros.

Espero que mis colegas, los de verdad, los que saben dónde ponen las garzas, no se vayan a sentir aludidos. No creo que esos a los que me refiero sumen más de dos o tres en Santa Marta. Además, pido perdón a los lectores que esperan temas más disciplinares y les prometo que la próxima semana volveré a lo mío, pero no puedo pasar por alto esa falta de respeto de parte de unos ignorantes. No más por hoy, gracias mil por su atención y hasta el próximo sábado.