Que el estado no sea obstáculo

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Escrito por:

Ignacio Pareja Amador

Ignacio Pareja Amador

Columna: Reflector Mundial

e-mail: reflectormundial@yahoo.com.mx

Twitter: @Nacho_Amador 



El Estado, en democracia representado por una autoridad elegida por la ciudadanía tiene funciones determinadas, de ellas las más importantes corresponden a brindar seguridad, crear leyes, administrar los recursos públicos, proveer de un entorno de libertad y prosperidad a los ciudadanos, etc.

Todas éstas tienen como objetivo, en teoría, conminar el desarrollo individual de la ciudadanía en pro de la colectividad. Sin embargo, no todos los Estados o administraciones públicas basan sus esfuerzos en estos canales, sobre todo cuando hablamos en materia de planeación, organización y eficiencia gubernamental.

Si tomamos en cuenta que a nivel de los países de nuestra región existen prioridades sobre las cuales enfocar las energías gubernamentales como el combate a la pobreza, la cobertura de salud, el desempleo, la educación, la violencia social, etc. entonces nos toparemos con los grandes pendientes que han postergado las administraciones a través del tiempo, y que hoy en día, en un momento donde la modernidad tecnología está casi al alcance de todos, no podemos pasar en alto.

Un tema por demás importante en este tenor es en cuestión de administración de los recursos, de esta manera existen materias que deben cambiarse y otras que se deben transformar para brindar un servicio público de calidad, pues al final de cuentas el gobierno es un administrador; un servidor; una empresa pública que debe ser competitiva y productiva para agilizar la economía de un Estado.

En este sentido mucho se ha escrito acerca de las ventajas del gobierno virtual, y de las enmiendas que se deben hacer a los sistemas anticuados de trámites burocráticos y papeleo que aún reinan en la mayoría de los países de Latinoamérica.

De esta forma, nos damos cuenta que la reforma pendiente no es solo la reforma estructural del Estado en sí, sino es la mera modernización de la administración pública sin tintes políticos, como un objetivo independiente; es buscar tener un gobierno eficiente, que sincronice sus horarios y actividades de acuerdo a una planeación estratégica, que ofrezca servicios de calidad las 24 hrs, los 365 días del año, es tratar de que el gobierno no sea un elemento que obstruya a la población en sus actividades diarias.

Por otro lado, el Estado puede ser un impedimento hasta para salir al exterior, ya que la imagen y el peso de nuestros países determinan qué tantos trámites debemos hacer para, por ejemplo, aprovechar una beca, o simplemente para expandir nuestros horizontes culturales y visitar otra nación, por eso se dice que si el gobierno no te apoya, que tampoco que te reste, porque cada trámite, cada papeleo, cada demora va en contra de nuestro tiempo y nos impide realizar actividades económicas que si bien nos benefician en lo personal y profesional, también enriquecen en cierto grado a nuestro país.

Incluso al gobernar es más útil el sentido común que las credenciales y títulos nobiliarios, existen hoy en día vastos esfuerzos por cumplir con una reforma que haga del Estado o mejor dicho del gobierno una empresa rentable que se deba al consumidor; a los ciudadanos, para que en vez de restar en cuanto tiempo y recursos, éste apoye por ejemplo a la creación de nuevas empresas (micro y medianas principalmente), atraiga inversión nacional y foránea, cree empleos y reparta las ganancias que del crecimiento económico derivan.

Lo malo es que es un proceso segmentado, que requiere de inversión pública y política para poder fluir y hacerse presente en nuestra vida diaria. ¿A qué político en calidad de oposición le conviene invertir recursos para que la administración sea eficiente, para que los trámites sean rápidos y sencillos?

A ninguno, por ello es necesaria la diferenciación entre objetivos políticos y metas inamovibles para cualquier autoridad.

Los ejemplos del éxito internacional de ciertos países como Japón, Corea del Sur, e incluso Chile y Brasil, sostienen el argumento anterior: cuando existe un plan estructurado a largo plazo, que es adoptado y aceptado por todas las fracciones políticas como el camino más viable hacia el progreso, entonces las cuestiones de fondo se respetan, y los administradores deben rendir cuentas con base en parámetros mínimos, deben de ir más allá en sus labores de administración, emprendiendo con propuestas novedosas y vanguardistas que serán al final de cuentas las que les darán o restaran votos en las urnas, pero eso sí deben a toda costa evitar que el Estado sea un obstáculo para las actividades, anhelos y aspiraciones de la ciudadanía.