El Chamo del ocho

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



En el autobús de Transmilenio, ruta 8 Veraguas, un muchacho venezolano recita la conocida retahíla de los inmigrantes que huyen de su tragedia. El chamo, como muchos de sus paisanos, se defiende con ventas ambulantes informales. Hambre, desempleo, inflación desbordada, corrupción, inseguridad, violencia y otros males han sacado a mucha gente de esa otrora rica y próspera nación, que ahora naufraga bajo el régimen de Maduro. Habla de sus desgracias personales a causa de la espantosa situación; dice ser tecnólogo en administración, y afirma que la paga mensual que tenía allá no le alcanzaba para sostener a su familia, y que se vino a Colombia para sobrevivir y poder enviarles algo de dinero. Lo observo, y me parece sincero. Conozco, por línea directa, el calvario de los venezolanos.

Algo constante en el discurso de los migrantes venezolanos es su exhortación a elegir un buen gobernante para evitarnos maldiciones parecidas. Pero, ¿qué es un mal gobernante?, me pregunto: claramente, Maduro lo ha sido, pero ¿acaso los nuestros han sido ejemplares? Sin duda alguna, el tal socialismo del siglo XXI constituye una tragedia para ese pueblo,

acostumbrado a la corrupción de sus partidos tradicionales pero también a mejores niveles de vida aunque, como acá, la gran mayoría de la población sufrió los estragos de sus políticos de siempre. ¿Colombia se volverá Venezuela si no ganan los políticos tradicionales, como afirma su propaganda? Para el ciudadano desprevenido y despistado, no hay ninguna duda. Para los analistas políticos independientes, nada que ver. La campaña política de los partidos que nos han gobernado augura males mayores si se implanta el “socialismo castrochavista”; pero no dicen que pasaría si nos volvemos como Uruguay, Ecuador o Chile; tampoco muestran el camino para convertirnos en Alemania o Japón. Y me pregunto ahora: ¿saben nuestros compatriotas de a pie, los receptores de esa pertinaz andanada alienante, qué es socialismo y qué es comunismo?

La violencia y el despojo en Colombia, el secuestro de muchas instituciones del estado por parte de algunas pandillas políticas, la grave y creciente corrupción, entes de control al servicio de causas políticas y una larga cadena de graves descalabros han hecho perder la fe del ciudadano en las instituciones, tanto que sus niveles de popularidad rozan los niveles de organizaciones inaceptables socialmente. No obstante, la política corrupta (créanme, acá hay gente honesta) se ha valido de cualquier recurso para cerrar el paso al cambio: desde persecución judicial hasta la eliminación física de oponentes –recordemos los casos de Gaitán, Galán y los candidatos de la Unión Patriótica- pasando por campañas de desprestigio apoyadas en medios de comunicación, e incluso la exclusión política de tercerías, como el caso del Frente Nacional.

Cualquier persona con información básica, registros históricos elementales y mínima capacidad de análisis entenderá que los resultados históricos de nuestros gobiernos no son defendibles: un saqueo mayor 50 billones/año; la segunda mayor desigualdad social de América y la tercera del planeta; un índice educativo de los más bajos del orbe; desnutrición y mortalidad infantil inaceptables; el mayor número de desplazados del mundo, más de 200 líderes sociales asesinados desde la firma del acuerdo de paz sin conocerse los autores; pobreza multidimensional cercana al 20% (unos 10 millones de colombianos); un índice Gini de distribución del ingreso exageradamente alto y un largo etcétera. No es potestad de este gobierno; ha sido la constante desde cuando se declaró la “independencia”.

Las próximas elecciones serán cruciales para nuestro futuro. No creo en ninguna extrema: su violencia debe dar paso a la civilidad. No creo tampoco que nos volveremos Venezuela si no los reelegimos: bastante mal lo han hecho los políticos tradicionales, conduciéndonos a este país tan averiado que tenemos. Tampoco creo que en Colombia los modelos a seguir sean el socialismo o el comunismo, incluso en sus versiones modernas. Hay caminos democráticos, especialmente si las propuestas apuntan a educación, desarrollo, seguridad social, inversión en tecnología e infraestructura, preservación del ambiente y desarrollo de la vocación productiva.

Amigo lector: ejerza su derecho al voto. Colombia lo necesita hoy más que nunca. Razón tiene el chamo del 8: elijamos bien, pero estudiando programas y propuestas, y no impulsados por campañas engañosas.
Apostilla: Luto y dolor por el fallecimiento de Leticia Jimeno de Hani. Descansa en paz, vieja Lety.