Nuestro ADN Primitivo

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Todos sabemos, como nos lo enseñaron nuestros maestros en el colegio, que el hombre evolucionó en África y luego salió a poblar la tierra.

Provenimos de una de esas familias de homínidos que, por el destino, o por la adaptación natural, terminó siendo la especie triunfadora y actual dueña del planeta. Dicen que varias especies de homínidos salieron de áfrica con destino a Europa y a Asia antes que el homo sapiens.

Los neandertales se instalaron en Europa y los denísovanos en un lugar del Asia central. Estos homínidos, dicen los estudiosos, desaparecieron, pero dejaron una huella imborrable en la humanidad. Europeos, asiáticos y amerindios cuentan en su ADN con un 1% a un 4% de ADN neandertal. Algunos habitantes de las islas en el pacífico, actualmente, cuentan con un ADN de hasta el 5% procedente de los denísovanos. Igualmente, los homo sapiens que permanecieron en áfrica se cruzaron con otro homínido primitivo. Lo cierto es que el homo sapiens se impuso, triunfando sobre los homínidos primitivos, e incluso, con muchos de ellos se cruzó.

Por ello, todos llevamos algo del ADN de un homínido primitivo en nuestro ADN. En Colombia, este ADN primitivo nos llega entonces de los amerindios o por los propios europeos, ambos con su correspondiente carga neandertal, o de los africanos con otra carga de ADN primitiva.

La malicia indígena, tan propia de estas latitudes, de pronto no es per se malicia indígena sino malicia neandertal u homínida primitiva. Todos los días se ven en Colombia comportamientos inaceptables que, no me cabe la menor duda, son el resultado de nuestro ADN primitivo. El ser humano, sin embargo, ha evolucionado y debe evolucionar mucho más.

Podemos culpar al ADN primitivo por muchas de nuestras enfermedades o trastornos mentales. Dicen que el ADN neandertal es responsable de algunas lesiones de la piel, coágulos en la sangre, trastornos psiquiátricos (como la depresión) y adicciones (como el tabaquismo). Algunos otros señalan que también ese ADN determina nuestra tendencia a la agresividad y a ser básicos en nuestras respuestas en momentos de angustia y temor, donde prima el gen primitivo y no el del sapiens.  Tenemos, entonces, una carga genética que podría determinar, a veces, nuestro comportamiento. Pero el ser humano, el sapiens, es mucho más que ADN.

Un ser humano es quien dialoga, razona y llega a acuerdos. Se compromete consigo mismo y con los demás para que la vida social y en comunidad sea más tranquila y llevadera. Es también, el ser humano, un mar de disciplina y responsabilidad, para sacar los proyectos y agendas adelante. Así, nuestra labor, personal y social, como seres humanos, es controlar nuestros instintos salvajes de agresión y de falta de tolerancia hacia los demás, proveniente de semejante carga genética y ayudar a nuestra propia evolución cognitiva, para poder hacer y cumplir con nosotros mismos y con la sociedad. Debemos hacer que predomine más nuestra entereza y naturaleza humana,   nuestro ADN de sapiens y no nuestro ADN primitivo, para ser mejores, mirando más a lo que queremos ser y no lo que somos o fuimos, lo cual es nuestro deber y responsabilidad.