El rebusque de los migrantes

Columnas de Opinión
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Vender tinto, confites, galletas, agua, minutos, limpiar vidrios en los semáforos, entre otros, son algunos de los rebusques de muchos hermanos venezolanos que han llegado a nuestro país en busca de oportunidades.

Están casi en todas partes y, prácticamente, hacen de todo para conseguir el pan de cada día y unos cuantos pesos, que salen muy bien al cambio del devaluado bolívar, para el envío de remesas.

Es una situación difícil, sin duda alguna. La mano de obra colombiana se ha visto amenazada, los centros educativos y hospitales han desbordado su capacidad en atención a las necesidades de los migrantes venezolanos. Muchos, hijos de colombianos que partieron al vecino país huyendo de la violencia en décadas anteriores, pero ahora, se han visto en la obligación de retornar a su patria debido a la difícil situación política y económica que atraviesa la República Bolivariana de Venezuela.

Desfilan por doquier, se identifican por su particular acento y acuden a los más variados oficios para generar su sustento. Son personas de bien con muchas necesidades, incansables trabajadores, pero no es un misterio para nadie, que unos pocos desdibujan el buen nombre dedicándose a la ilegalidad. La belleza de sus mujeres contrasta con el particular oficio de vender dulces en los semáforos. Son tantos, que seguramente algunos nacionales se han sentido fastidiados en algún momento.

Esta situación, me recuerda la época de la violencia en nuestro país, cuando exportábamos, en grandes cantidades, compatriotas que se refugiaban en diferentes países para salvaguardar su vida, o sencillamente en busca de un mejor futuro. Creo que cada colombiano tiene un familiar, o conoce a alguien que buscó en el exterior una mejor calidad de vida. Es importante recordar esta parte de nuestra historia, para entender el difícil momento que atraviesan estos seres humanos.

Todo esto genera una crisis humanitaria. Además, es la muestra de todo lo que la política puede llegar hacer. Con el cristo en la mano estamos los colombianos en vísperas de elecciones de congreso y presidencia. Nuestras crisis, también han sido caóticas, con mucho esfuerzo hemos logrado estabilizarnos, pero no estamos exonerados de volver a caer. Lo vivido en estos momentos con la migración de venezolanos, seguramente lo experimentaron los países vecinos con el éxodo de colombianos en años anteriores.

Como toda crisis, representa oportunidad de provecho para muchos vivarachos. Desconsiderados que se valen de la necesidad del prójimo para explotar sus servicios. En todo caso, este fenómeno social es un reto para nuestros mandatarios en los diferentes niveles. Los recursos siempre han sido mal administrados para repartirlos entre los coterráneos, ahora el esfuerzo debe ser doble para solventar también a los forasteros. Ojala la situación política de nuestros vecinos mejore pronto y nosotros no vivamos cosa igual. Por ahora, no nos queda otra opción que tenderles la mano.