Al final del gobierno Santos, la economía colombiana cumplirá ocho años de abandono y descuido. El gobierno saliente le apostó a navegar sobre las olas de la bonanza energético-minera, lo cual sabemos no sucedió. Esto no obstó para que Santos aceitara generosamente la corruptela enquistada en el poder –la famosa mermelada- para sacar avante iniciativas impopulares, que a la postre han resultado catastróficas para los colombianos. Agotada la mermelada –gran parte fiada- , nos deja una economía en cuidados intensivos; por esto me uno a los líderes de opinión y columnistas que piden que el próximo gobierno haga de la economía su primera prioridad. O sacamos la economía adelante o nos jodemos todos, comenzando por los beneficiarios directos de la cacareada paz.
Es que una paz firmada con una economía en ruinas equivale a un cheque con muchos ceros pero sin fondos. Un cheque chimbo.
He leído varias columnas que colocan el dedo en la llaga, pero la de Carlos Holmes Trujillo, titulada ¡De nuevo, es la economía! Me pareció acertadísima. Lástima que no se atrevió a decir explícitamente que se necesita una contra-reforma tributaria, entre otros correctivos urgentes.
Un sector de la sociedad colombiana, escandalizado con y harto de los escándalos de corrupción, considera que el próximo presidente debe ser alguien que haga de la lucha contra la corrupción su primera prioridad. De hecho, muchas encuestas apuntan a que el voto de opinión será primordialmente un voto de protesta contra la corrupción. Espero que estén equivocadas, y que contrario a las predicciones, sea un voto ponderado e incluyente que tome en cuenta el viacrucis económico que estamos viviendo.
Me indigna la corrupción, como a la mayoría de los colombianos, y creo que es un tema prioritario, pero no es la primera prioridad. Ilustro mi apreciación. Supongamos que nos topamos a una dama elegante muy malherida y agonizante. Al momento de acercarnos a ella, notamos que un ladrón acaba de despojarla de un valiosísimo anillo de diamantes. Tenemos dos opciones: o atendemos a la dama agonizante o perseguimos al ladrón. Solo un insensato haría lo segundo. La dama moribunda es la economía colombiana.
Adicionalmente, llevamos quinientos años empollando la corrupción, que es un problema sistémico y cultural, como para creer que un presidente, el que sea, la va a acabar en cuatro años. Lo único que puede hacer el presidente es fortalecer los entes de control, abogar por la depuración de las otras ramas del poder público y perseguir eficazmente a los corruptos. Esto último, es una pequeña parte de la lucha contra corrupción, y sobre esto debemos tener claridad meridiana para no caer rendidos ante los sofismas de aquellos candidatos que prometen acabar con la corrupción. Impúdicos cantos de sirenas.
Estando así las cosas, solo consideraré como opciones válidas para mi voto para las presidenciales, a aquellas candidaturas que hagan de la economía y de la reactivación del aparato productivo su primera prioridad. La propuesta debe ser un todo integral y articulado que inicie la transformación del aparato productivo para hacerlo estructuralmente mucho más competitivo. Estrategias de corto y largo plazo claramente delineadas y creíbles. Están descartados de plano todos los candidatos cuyas propuestas estén infestadas de asistencialismo, el cual dicho sea de paso, no estamos en condiciones de subvencionar. En coherencia con mi entendimiento de la economía y del mundo, votaré por un candidato de la mal llamada derecha o del no, o como quieran llamarle. El palo no está para cucharas.
Lo acordado con la Farc no va a caerse porque llegue un presidente de derecha. Y si se cae, es porque era insostenible por otras razones. La comunidad internacional es garante de este proceso.
Espero que el próximo presidente sea el candidato con la mejor propuesta económica. No veo la hora de que lleguen los debates televisados para poder valorar mejor a los candidatos.
Colofón: Si bien es cierto que Santos es presidente hasta el último segundo del último día de su mandato, considero que debe abstenerse de firmar un acuerdo definitivo con el ELN. Debe dejarle el manejo de este tema a su sucesor, y esperemos que Santos así lo entienda. No puede seguir girando cheques chimbos.