Rompecabezas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Caicedo y Martínez están amparados por la presunción de inocencia, por lo tanto es la Fiscalía la que tiene que demostrar más allá de la duda razonable que son culpables. Que estén libres o presos es irrelevante. Desde la perspectiva legal y probatoria, la Fiscalía debería tenerla fácil.

Tratar de defenderse con argumentos políticos y decir que la Fiscalía le está haciendo el mandado a Vargas, es tener un sentido de la realidad distorsionado. Un elefante, Vargas, está muy asustado porque hay una hormiga, Caicedo rondando por ahí. ¡Háganme el favor!

La argumentación política son pataletas de ahogado y una admisión implícita de que las acusaciones están sustentadas en los hechos. Los inocentes rebaten los méritos facticos y legales de la acusación, y no tratan de intimidar a la justicia, la cual sea dicho de paso, no es un concurso de popularidad.

Los que alegan que este último par si han hecho y que los que le antecedieron no, desconocen la historia chica y grande. Así me sucedió con un taxista en Santa Marta, que gracias a que poca gente me conoce, pude hacerle muchas preguntas, y no hizo sino despotricar de las familias tradicionales de Santa Marta, y resultó que hacia solo siete años había llegado a Santa Marta. Toda una lora que repite lo que oye, y sin criterio alguno se apropia de odios e ignorancia ajena.

Puedo decir con toda la tranquilidad y conocimiento de causa, que si Edgardo Vives Campo y Alfonso Vives Campo, hubieran tenido una décima parte de los recursos de los que hoy disponen los municipios y el Distrito, Santa Marta sí que hubiera cambiado. En esos tiempos se trabajaba sin recursos. Solo a partir de las regalías y transferencias los gobernantes han tenido importantes recursos, y por esto, hoy los gobernantes que roban, roban todo lo que no pudieron robar todos los que le precedieron. Antes todo el mundo quería ser Senador o Representante, hoy todos quieren ser o Alcaldes o Gobernadores porque ahí es donde están los recursos importantes. Antes los congresistas ponían gobernadores y alcaldes, hoy es lo opuesto.

Es mentira que a los políticos tradicionales no se les aplica la ley. En el departamento del Magdalena hay muchos casos. Es más, la debacle de la parapolítica que borró de un solo a la clase política tradicional, fue la que creó el vacío idóneo para que Fuerza Ciudadana surgiera como movimiento político.

Es mentira que el modelo del Programa de Alimentación Escolar de Bogotá sea transferible a las regiones por mucho reconocimiento que le hayan hecho en Holanda. Por las escalas y recursos que se mueven en la capital, sumados a elementos tecnológicos, talento humano, etc, en Bogotá es posible lo que para las regiones es imposible por ahora. Son las diferencias creadas por un modelo centralista que ha favorecido el Centro en desmedro de las regiones. En Bogotá elige el voto de opinión, mientras que en las regiones se elige con tamal, tejas, bolsas de cemento y con chantaje a los empleados. No hay que ser un genio para entender como esto impacta la gerencia de las ciudades.

Cuando alguien nos cae mal, cualquier cosa que diga la entendemos de la peor manera posible y la sometemos a los más estrictos escrutinios, pero cuando nos cae bien, cualquier cosa que diga es interpretada de la mejor manera posible y sometida a un laxo y flexible escrutinio. A la señora Cabal se le fue el país encima por afirmar que la Matanza de la Bananeras era un mito comunista. Es un hecho histórico que no hubo tres mil muertos, y lo que quiso decir la señora es que el cuento de los tres mil muertos es un mito. Esto fue un recurso literario de Gabo, una exageración. Sin embargo, la matanza no la determina el número de muertos sino el acto cobarde de asesinar a personas en estado de indefensión que estaban congregadas pacíficamente en una plaza. El fin de la huelga ya había sido acordado entre las partes antes de producirse la matanza, solo que por las comunicaciones de la época, la gente seguía llegando a la plaza. Ojala algún día se sepa el número real de muertos.