RAP o R.I.P

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Coloquialmente se dice que el papel aguanta todo.  Hemos recibido en la Costa Caribe con mucho alborozo la firma del RAP, que esperemos sea una herramienta efectiva para la integración regional y no solo un compendio de buenas intenciones.


No conozco el documento, así que puedo estar pecando por ignorancia, pero la sana lógica con base en la experiencia indica que un proceso de integración toma décadas.  Cada departamento de la Costa Caribe tiene sus propias complejidades, y esta asimetría hace que la integración sea lenta y difícil.  Ni que decir de los celos y suspicacias, que hacen necesaria la permanente calibración del proceso integracionista.  En otras palabras, hablar de integración es fácil; lograrla es un asunto complicado.

Gran parte del éxito que pueda llegar a tener esta iniciativa dependerá de quienes sean los timoneles de la región en los próximos veinte años. Esto incluye no solo a los gobernadores y alcaldes sino también a los gremios y a quienes nos representan políticamente ante el centralismo.

Aunque la visión es a largo plazo, para que la iniciativa tenga mayores posibilidades de éxito, los temas a trabajar deben ser desglosados en bloques lógicos.  Además, deben intentarse primero aquellos bloques que puedan producir resultados rápidos y palpables en el corto o mediano plazo.  Esta es una dinámica necesaria para que la integración regional llegue a buen puerto.  El tema de la educación podría ser uno de los primeros, y tratar de construir la mejor red educativa de América Latina.

Paso a comentar un tema relacionado con la firma del acuerdo, que dejó un mal sabor.  Cientos de estudiantes impidieron con sus protestas la firma del RAP en el sitio elegido, de tal forma que la firma tuvo que ser trasladada a otras instalaciones.  No era la mejor ocasión para hacerse sentir, ya que se trataba de algo positivo para la región y sus habitantes.  De hecho es una iniciativa que presta oídos a muchos de los justos reclamos de los estudiantes.  Nadie pretende coartar el derecho a la protesta pacífica y a la libre expresión, aunque como en este caso, sean inoportunas.

Cabe resaltar como positivo, el interés de los estudiantes en participar de alguna manera en el acontecer nacional.  Lástima que lo hagan de la forma equivocada.  En general, ¿de qué sirven el vandalismo o la quema de llantas o las marchas? De poco o nada. 

Cuando los problemas son sistémicos, como los que denuncian los estudiantes, el activismo social o cívico tiene que ser inteligente.  Denunciar lo que todo el mundo sabe es un grotesco e inútil homenaje a Perogrullo.  El activismo inteligente, contrario al activismo mamertario, propone y es parte de las soluciones y no se conforma con las denuncias y la agresividad pasiva.  El activismo inteligente supone acciones permanentes en el tiempo hasta lograr el cambio, el mamertismo, se queda en la alteración momentánea del orden público y los titulares de un día.

Doy un ejemplo de activismo inteligente.  Los estudiantes de derecho y contaduría podrían formar un gabinete a la sombra para vigilar la labor de los gobiernos locales.  O los estudiantes adoptar una zona problema en alguna ciudad y liderar y coordinar la recuperación de la zona.  Colombia necesita que los jóvenes sean parte del cambio, y para poder lograrlo, primero tienen que pellizcarse y cambiar su accionar político.  Ya no es aceptable chillar para que otro haga.  Necesitamos que los jóvenes y los estudiantes ayuden a que las instituciones recuperen la credibilidad perdida.  La protesta y la denuncia no pueden quedarse más en el diagnóstico.

La coyuntura que está viviendo el país exige como nunca antes que los colombianos ejerzamos responsablemente nuestros derechos, sobre todo al insertarnos en el debate nacional que se está dando como consecuencia de los acuerdos de La Habana.

Le corresponde también a los jóvenes participar activamente para que logremos la integración regional que se está proponiendo y así cambiar la situación de pobreza y desesperanza que actualmente viven muchos ciudadanos en la Costa Caribe. 

La unión hace la fuerza, y todos tenemos hacer el mayor y mejor esfuerzo para que la RAP no se convierta en R.I.P.