Destejiendo las costuras

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La industria textil es una de las más competidas y por esto mismo por varias décadas ha causado fricciones constantes entre las naciones que la tienen.  Son conocidas las fricciones entre los Estados Unidos y Japón y entre el primero y China, pero no son las únicas.


El sector textil colombiano progresivamente ha perdido competitividad.  Idos están los días en que los colombianos viajábamos a Medellín a comprar ropa.  Por múltiples razones la industria textil colombiana es inviable, por lo menos como está planteada; no es estructuralmente competitiva.

El gobierno ha recurrido al proteccionismo en uno de los casos obvios en que debería dejar que las fuerzas del mercado operaran.  Además del peso barato frente al dólar, las medidas tomadas, como los aranceles y la creación de un cluster, mejoran coyunturalmente la competitividad del sector pero no son la solución.

La única estrategia del gobierno es mantener contentos a los empresarios textiles, que no quieren oír de nada distinto al proteccionismo.  ¿Le sirve al bien común y general mantener viva una industria que no es competitiva? ¿Cuáles son las fortalezas y competencias únicas de nuestra industria? ¿Es acaso la industria textil una industria estratégica para la seguridad nacional?  Y si lo es, ¿hay escenarios en los que sea viable sin necesidad de medidas proteccionistas?  Por ejemplo, una industria altamente diferenciada.

Atenta contra el desarrollo del país dedicar los recursos escasos a prolongar la agonía de una industria que pretende competir en condiciones de igualdad con los grandes jugadores del mundo.  Es imposible crear las escalas y las eficiencias necesarias para hacerlo. Se ha dicho por mucho tiempo que las competencias únicas de nuestra industria están en el diseño y en la alta calidad de nuestras telas; si esto es cierto, entonces la única estrategia plausible del sector es la de la alta diferenciación.

Las medidas tomadas por el gobierno están funcionando a las mil maravillas, pero para los dueños de las empresas.  Sin embargo, el costo para el resto de los colombianos es enorme.  Cito textualmente un aparte de una columna de la exministra Lacouture: “Los aranceles mixtos junto con la devaluación del peso redujeron drásticamente la subfacturación, aumentando el precio promedio implícito de las importaciones de confecciones en pesos por kilo 212% entre 2012 y lo corrido de 2017 a abril.”  Es decir, que se ha obligado a los colombianos a comprar productos mucho más costosos;  no es difícil extrapolar las consecuencias socio-económicas de semejante disparate.  ¿Y todavía el gobierno se pregunta por qué no repunta el consumo?  Guillermo Botero hablando a nombre de Fenalco hizo esta misma observación.

De hecho el gobierno se está comportando de forma similar a como lo hizo Interbolsa al intentar manipular el precio de las acciones de Fabricato.  Diferente modus operandi y motivación, pero en esencia persiguiendo el mismo objetivo, que no es otro que favorecer los intereses de unos pocos.  He aquí la explicación de políticas públicas sectoriales tan nefastas.

Necesitamos urgentemente políticas que promuevan la transformación de esta industria dándole verdadera competitividad estructural, y esto solo después de haber evaluado y concluido que esta industria es viable.  Mantener el proteccionismo es cohonestar el abuso de los recursos y las ineficiencias.  El rol del gobierno en la economía es que las políticas públicas incentiven el uso óptimo y eficiente de los recursos escasos disponibles en la economía, y lo desincentiven en aquellos sectores e industrias en que no somos competitivos, a menos que haya poderosas razones de seguridad nacional.  Hasta donde sé, nadie ha siquiera sugerido que el sector textil tenga tal importancia.  Si la industria textil no es capaz de reinventarse, entonces debe desaparecer.

Colofón: El turismo no necesita que se le cree ministerio.  De hecho deberíamos eliminar algunos ministerios inocuos, que pareciera fueron creados para repartir mermelada y burocracia a los amigos del presidente de turno.  Los problemas sectoriales no son por falta de burocracia sino todo lo contrario.  El gremio hotelero tiene que liderar el sector y coordinar con los actores gubernamentales a nivel nacional y local.  Para lograr que el sector sea competitivo, primero las ciudades y parques tienen que resolver desde los problemas de infraestructura más básicos hasta los de cultura y convivencia ciudadana.