Según archivos del Banco de la Republica, el primer periódico publicado de forma continua en Colombia fue El Papel Periódico de la ciudad de Santafé en el año 1791. Publicado por un cubano llamado Manuel del Socorro Rodríguez. Desde entonces los periódicos ya servían a causas políticas.
Está forma de hacer periodismo prevaleció por gran parte de nuestra historia, y ciertamente los periódicos eran gasolina para nuestras constante agitación social y política. El periodismo incendiario nunca estuvo preocupado por informar a la sociedad de los hechos relevantes ni de ayudar a construir país. Esto no sucedería sino hasta mucho más tarde y solo dentro de los esfuerzos del Frente Nacional por detener la violencia política.
La profesión de periodista siempre ha sido de alto riesgo y en muchos casos se paga con la vida. Colombia fue por mucho tiempo uno de los países donde más periodistas se asesinaban. Entre 1977 y el 2015 fueron asesinados 152 periodistas en Colombia.
Pero los ataques no solo han provenido de gobiernos sino también de grupos delincuenciales. En la época del terrorismo todos recordamos el asesinato de Jaime Garzón, el de Cano y la bomba a El Espectador. En nuestra Santa Marta recordamos el asesinato del polémico Rodrigo Ahumada Bado, que es el único que recuerdo.
En Colombia, durante gran parte de la historia del periodismo no existió tal profesión. Los primeros cursos sobre el tema fueron dictados en la Universidad Javeriana en 1936, y la profesión como tal surgió en 1949. Los periodistas eran empíricos y se formaban ejerciendo el oficio en alguno de los periódicos existentes.
Santa Marta no fue ajena a los intentos por influenciar a la comunidad desde una imprenta, y a través de nuestra larga historia hubo varios intentos fallidos. Solo uno, EL INFORMADOR, fundado en 1958 por mi tío abuelo Don Pepe Vives De Andreis tuvo éxito y ha permanecido vigente. Tío Pepe, como gobernante y como empresario tiene en su haber una larga lista de obras y logros que todavía no han sido superados por ningún otro magdalenense; pero de todo su legado, El Informador, es el que más despierta mi admiración. No solo porque es un testimonio de su visión y genio empresarial en un país que por excepción no vive circunstancias tremendamente complejas sino porque además es una obra viva que se renueva cada día y que sigue contribuyendo y aportando al desarrollo de la comunidad.
Comencé por enumerar lo que ha sido el periodismo en Colombia desde sus inicios para que dimensionemos la tarea titánica que ha realizado EL INFORMADOR en estos 59 años. Se dice que EL INFORMADOR es el decano del periodismo en lo que era el Magdalena Grande; afirmación que considero históricamente inexacta y por tanto discutible. Lo que es exacto e indiscutible es que ha sido la escuela del periodismo en el Magdalena en donde muchos periodistas han tenido la oportunidad de formarse y ejercer el oficio. Por esto último, mil gracias.
Cuando se quiere hacer un repaso de lo que ha sido la historia de Santa Marta, del Magdalena y sus habitantes en los últimos 59 años, El Informador es referente obligado. Ningún otro medio informativo actual ha acompañado el devenir de los magdalenenses por tanto tiempo. Si tuviéramos el tiempo de revisar todas las publicaciones hechas desde el 7 de agosto de 1958 notaríamos los grandes cambios que han experimentado Colombia y nuestro departamento. El libro Portadas publicado en el 2014 por esta casa editorial es una buena aproximación al tema de compartir las memorias con la comunidad para que esta valoración histórica aporte perspectiva a las nuevas generaciones de samarios. Si no saben de dónde venimos, mucho menos saben hacia donde debemos ir.
La labor realizada por El Informador es loable desde toda perspectiva y merece el reconocimiento de propios y extraños. Hoy me uno a los buenos deseos de muchos y felicito no solo a la casa editorial de El Informador sino también a los periodistas y colaboradores que hacen posible que sin falta El Informador alcance su misión todos los días. Que Dios bendiga grandemente a cada uno de ustedes y a sus familias y que sean mil años más. German Vives Franco