Sin causa ni cauce

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alvaro Padilla Racines

Alvaro Padilla Racines

Columna: Opinión

e-mail: derechopadilla@gmail.com

Twitter: @varitocharpure


Es un disco rayado decir que hay un país interesado en que las Farc dejen de existir como grupo armado, mientras que en paralelo hay otro que con ceguera uribista, se empeña sin causa ni cauce en renegar de los logros de la paz firmada.


De las armas del grupo medio desarmado, se sabe que tanto disidencias e incrédulos en sus filas, conservarán caletas y armas en caso de que las cosas no resulten a la hora de reinsertarse a la sociedad, cuestión en la que el país ha fallado en procesos anteriores.

Los que pertenecemos al país que cree en lo que está pasando, debemos ocuparnos en recibir con brazos abiertos y sin reserva alguna, a los miles de compatriotas que comprendieron que las balas son un disparate de vida. Nosotros seremos en últimas quienes pondremos causa justa y cauce orientado  al tránsito que dichos guerrilleros harán un vez se desmovilicen.

Pobre de aquellos astutos de la mentira, sus ideas de teléfono roto llamando siempre para incendiar el proceso, pronto caerán por sí solas en los estrados de la Justicia Transicional que tanto han criticado sin causa ni cauce.

Si hay algo peor que un colombiano ciego de las mentiras democráticas del centro, es aquel que no sabe nada del proceso actual, estos que sí están perdidos del mapa, y sintonizarlos con el desarme es casi vital a la hora de evitar ser engañados.

A estos medio desubicados debo decirles que no existe un desarme absoluto, esto obedece más a un tema de cero logística organizada en las guerrillas, que a una brutal intención de regresar a la guerra que ya perdieron, así que esta mentira la creerá aquel que sea crea tan terco como para dudar de lo evidente.

El acontecer de la paz con las Farc nos depara una desmovilización de todos sus hombres, quienes alguna vez estuvieron sin causa ni cauce por los caminos de una guerra tan larga, que hoy es de no creer la idea de un enemigo rendido, con el cual justificar la matanza ya no es posible.

Al final de cuentas vendrá el Sisbén, el Registro Civil y demás atenciones del Estado para que miles de excombatientes puedan acceder a los beneficios, derechos, deberes y obligaciones a las que renunciaron para tirar plomo desde los montes, y ese será su regalo por optar por la tranquilidad.

Los que no podrán vivir tranquilos son los que se reeligieron con el miedo y las explosiones de la guerra, y hoy pretenden por vanidad ideológica, hacernos creer que algo tan bueno como la paz nos dejará lejos del cauce de un país mejor, cuya causa ya no sea matar al otro.