El Primíparo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El Centro Democrático comenzó con el pie derecho la campaña presidencial. Si logran sintonizarse programáticamente con el momento que está viviendo el país, les veo posibilidades.

Rafael Nieto Loaiza sorprendió a muchos.  Lo conozco desde los años universitarios, y lo recuerdo como una persona carismática, inteligente, buen deportista y estructurado.  Hasta donde sé, no tiene problemas con la ley, aunque su nombre fue mencionado recientemente en el entuerto Odebrecht.  Sin duda una persona valiosa con don de liderazgo y que ejercería bien como presidente.  El problema es que no pone votos, pero esto es parte de lo que lo hace una buena opcion.

La segunda precandidata, María del Rosario Guerra de la Espriella.  Tiene excelentes credenciales académicas y su paso por el MinTic fue exitoso.  La percibo como una persona querendona pero no carismática; adicionalmente tiene el problema de tener marcadas las abarcas tres puntá, lo que es una pesadilla desde el punto de vista del marketing político.  Para hacerla un producto aceptable, habría que trabajarle mucho para neutralizar ese marcado acento sabanero, y ni qué decir de la parte del carisma.

Estos son los candidatos que me son más familiares.  De los otros dos sé muy poco.  Carlos Holmes Trujillo tiene un perfil parecido al de Guerra de La Espriella, aunque su perfil es más político.  No sé si será querendón, pero carisma no tiene, y por alguna razón, se proyecta como arrogante en sus intervenciones.  Difícil venderlo con éxito.

De Iván Duque, los que le conocen, dicen que es muy capaz y estudiado. Probablemente, una de las reservas a futuro, pero todavía le falta experiencia e independencia.  Es la nueva mascota de Uribe, el nuevo Uribito, y esto demuestra falta de madurez.  Tiene que foguearse todavía en muchas plazas con toros muy bravos para aspirar a gobernar un país tan complejo como Colombia.

Muchos son escépticos y dicen que ninguno de estos candidatos tiene opción.  Yo disiento.  Desde el punto de vista del marketing político, Rafael Nieto, es un buen candidato, ya que tiene las condiciones y aptitudes naturales para convertirlo en un producto atractivo de consumo masivo.  Hay suficiente tiempo para diseñar este producto y competirle con mucho éxito a Vargas Lleras y a De La Calle.

Para mejorar las posibilidades de éxito, el CD tiene que aterrizar el mensaje porque el que tienen ahora no les da para llegar a la presidencia.  Aunque muchos lo acogen, no es realista y divide.  El discurso del castro-chavismo es insensato y sin sustento en la realidad. Así que de cara a las presidenciales, el discurso tiene que ser creíble y apetecible para una mayoría más amplia que la que tienen ahora.  Radicalizar el discurso es el camino equivocado.  Rafael Nieto, con un discurso optimista y creíble, llega a la presidencia sin problemas, y le gana tanto a Vargas como a De la Calle.

El CD tiene que resignarse a que el proceso con las Farc es casi irreversible.  La comunidad internacional no va a permitir que el CD lo eche atrás.  Además Santos puede hacerlo irreversible de verdad si logra mostrar excelentes resultados en la erradicación de los cultivos de coca en lo que le resta de mandato.  Esto haría que los Estados Unidos apoyaran incondicionalmente la negociación de La Habana.

El mensaje del CD tiene que dejar de ser destructivo y pasar a ser constructivo.  Enfocarse en cómo lograr que lo negociado realmente contribuya a lograr la paz social y política.  Encontrar el mensaje adecuado a las circunstancias actuales del país y a los anhelos de la mayoría; esta es una de las grandes tareas pendientes que tiene el CD.

Si el CD se la vuelve a jugar con Zuluaga o con Ramos  -a los que supuestamente los precandidatos actuales le están guardando el puesto-  le estaría apostando a la derrota.  Estas dos personas no se diferencian ni de Vargas ni de De la Calle.  Los electores los percibirían como los mismos con las mismas, la vieja política con viejos políticos, cuando el país lo que anhela es cambio, una cara nueva, en síntesis: un primíparo.