Maldiciones famosas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



No creo en maldiciones, pero... Quizás, la primera famosa ocurre en Francia, cuando entre Felipe IV y Clemente V organizan la persecución contra los templarios.
Frente a la hoguera donde moriría enseguida, Jacques de Molay los maldijo: “Clemente, y tú también Felipe, traidores de la palabra dada: ¡os emplazo a los dos ante el tribunal de Dios! A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año”. La profecía se cumplió con aterradora precisión.

Otra muy conocida se relaciona con el hallazgo de la tumba del faraón Tutankamón por parte del inglés Howard Carter. En cinco años, al menos 16 personas relacionadas con el descubrimiento murieron en circunstancias misteriosas o dramáticas. La novelista María Corelli afirmó tener un antiguo texto árabe en el que se maldecían a quienes abrieran la tumba. Otros hechos extraños y coincidencias insólitas aderezaron la novelesca historia. Incluso, se aseveró que Carter encontró un ostracón con una inscripción que rezaba: “La muerte golpeará con sus alas a aquel que turbe el reposo del faraón”. Pero Carter, quien murió por causas naturales, era escéptico: “Todo espíritu de comprensión inteligente se halla ausente de esas estúpidas ideas”, respondía cuando le mencionaban la maldición, de estilo muy inglés, por cierto.

En los Estados Unidos, se habla de la maldición de Tecumseh: “el profeta”, hermano de este líder de la tribu Shawnee, impuso su anatema sobre William Harrison, gobernador de Indiana y posteriormente presidente, y los subsecuentes ocupantes de la Casa Blanca. En 1931, Ripley (“Créalo o no”), observó que los residentes elegidos o reelegidos en los años divisibles por 20 tuvieron el desafortunado hábito de morir en el ejercicio del cargo. Ronald Reagan, quien sufrió un atentado siendo presidente, rompió la maldición.

Varias siniestras curiosidades: durante el año 2000, seis personas fallecieron mientras cantaban “My way” en los karaokes de Filipinas. La canción desapareció de los bares en ese país. El Club de los 27 es otra sucesión de infaustas coincidencias: varios músicos talentosos y famosos han muerto a la edad de 27 años; la última víctima de ese círculo fue Amy Winehouse, precedida de Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y Kurt Cobain. La lista se alarga con otros artistas menos conocidos. Cuando el futbolista galés Aaron Ramsey anota un gol, muere algún famoso; en su lista aparecen Osama Bin Laden, Muammar Gadafi, Steve Jobs, Chavela Vargas, Bebo Valdés, Rafael Videla y Eduardo Galeano, entre otros. La maldición del diamante Hope tocó a Luis XVI y María Antonieta, el duque de Brunwisk, Jorge IV de Inglaterra e Ivan Kanitovsky, entre otros nobles poseedores. El primer poseedor, Jean Baptiste Tavernier tuvo una muerte horrenda, después de haber quebrado.

El deporte también tiene sus escalofriantes misterios. Del grupo F de los mundiales de fútbol, creado desde España 82, jamás ha salido un campeón. Ser desagradecidos es complicado: el equipo argentino se consagró a la Virgen de Jujuy para el torneo de México 86. Ninguno de los integrantes regresó a agradecerle: los gauchos no han vuelto a ser campeones, a pesar de haber llegado a dos finales posteriormente. En Colombia, la maldición del Garabato mantuvo al América de Cali 31 años sin título alguno, todo por un dinero que le adeudaban al directivo Benjamín Urrea, conocido con ese apodo. Un sacerdote antioqueño, borracho, luego de la eliminación de Millonarios por cuenta de Nacional en la semifinal de 1989 (los paisas ganaron ese torneo en El Campín) predijo que los capitalinos no ganarían ningún título durante 20 años. Casi cinco lustros después volvieron las alegrías y los trofeos a las vitrinas azules.

Nunca deje pagarles a los brujos: en 1974, Australia contrató a un hechicero para jugar el Mundial de Alemania; su incumplimiento le acarreó una maldición que se levantó en 2006 luego de que cancelaran sus obligaciones pecuniarias. Chacomús trae ingratos recuerdos a los hinchas del Quilmes; la bruja Dora, de esa ciudad, hizo un trabajo para el club, que le birló sus honorarios. El anatema de Dora se levantó mucho tiempo después, y los cerveceros pudieron ascender luego de una larga temporada en el B por cuenta de la condena proferida por la mujer.

De pronto usted, querido lector, tampoco crea en esto, pero tantos episodios extraños invitan a, por lo menos, explorar tan misterioso tema.