La ruta del agujero negro

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Qué pena parecer un disco rayado. El entuerto de ayer ya se me pasó, este es otro entuerto que hoy traigo yo. Cincuentas años preocupados porque la guerrilla se iba a tomar el país, y resulta que quienes se lo tomaron fueron los corruptos.


El Departamento de Estado estadounidense destapó el escándalo de Odebrecht, que va prácticamente desde Méjico hasta la Patagonia, y claro, estamos nosotros. Tampoco podía faltar alguien vinculado a Uribe, pero si, ya sabemos que Uribe es ciego y sordo. Algo fundamentalmente grave pasa en nuestra sociedad, cuando hay un número importante de colombianos que cree que Uribe es el gran colombiano a pesar de la abundante evidencia en contrario. Creo, que quien se inventó el cuento del gran colombiano, lo hizo para ponernos a pensar y como ironía, para que caigamos en cuenta que personas como Uribe no representan nuestros valores ni lo que la mayoría somos. La evidencia demuestra que Uribe es el gran vivo o el gran idiota porque haber gobernado con tanto criminal, y que él sea puro e inmaculado, es una historia poco creíble.

En esta ocasión el gobierno Santos también sale salpicado. Estoy esperando que también diga que no vio ni oyó nada. En el negociado de la Ruta del Sol 2 lo que menos hay es claridad. Ojala salga el sol y los insolados. Lo único claro es que el agujero negro de la corrupción hizo su agosto con este contrato.

Los entes de control fueron desbordados por la cantidad de bandidos, mientras la pandemia de la corrupción nos deja sin salud, educación y sin muchas otras cosas. Es iluso pensar que los entes de control van a acabar con la corrupción.

No faltan los del despeluque, que salen a proponer leyes, referendos y una cantidad de insensateces. Claro, estamos en campaña presidencial y hay que sonar y ganar puntos, pero por favor no nos traten de manosear. Precisamente el exceso de leyes y regulaciones es una de las causas de la corrupción. Necesitamos menos leyes pero hacerlas cumplir.

La corrupción ya es parte de nuestra cultura. Ya no hay sanción social para aquel que se enriquece ilícitamente sea de narcotráfico o apropiación indebida de los bienes públicos. El recién posesionado Procurador en una perogrullesca declaración reconoció que la mayor amenaza para el país es la corrupción, y esto fue titular de primera plana en los medios. Queremos que nos diga algo nuevo que no sepamos, como por ejemplo qué va a hacer la Procuraduría para meter en cintura a los corruptos. Aprecio mucho a Fernando Carrillo, pero más que frases impactantes, necesitamos sanciones y acciones impactantes.

Exigimos que las autoridades nos expliquen cómo es que personas que todo el mundo sabe son delincuentes y que robaron como si no hubiera mañana, pasan inadvertidas por años, como es el caso del exsenador Bula. ¿Quién los protege y quien se benéfica con ellos? Si en Colombia existiera la cadena perpetua, los corruptos serían los primeros merecedores de ella.

Parte del cambio requerido pasa por los partidos políticos que deberían ser más responsables a la hora de otorgar avales, y si se equivocan, asumir las consecuencias. Por ejemplo, el caso de los candidatos de Cambio Radical en La Guajira, Kiko Gómez y Oneida Pinto. Todo el mundo en la Costa conocía quienes eran estos funestos personajes, pero mientras tuvieran votos y poder, a Cambio Radical no le importó.

La corrupción retrocederá el día que se adjudiquen debidas responsabilidades y se apliquen sanciones ejemplares. Georg Jellinek llamaba la atención sobre el poder fáctico de lo normativo y el poder normativo de lo fáctico. Hoy en Colombia, la extensión y cotidianidad de las prácticas corruptas han hecho de la corrupción una práctica aceptada, la norma. Es lo esperado de un funcionario público. Tenemos que utilizar el poder factico de lo normativo, es decir, el poder que la aplicación y cumplimiento de la ley tiene para moldear el comportamiento ciudadano.

El mal lo conocemos muy bien, y hacemos planteamientos interesantes de cómo resolverlo hasta que llegamos al punto donde la puerca tuerce al rabo: ¿Quién le pone el cascabel al gato? ¿Los tres amigos? O sea, Carrillo, Martínez y Maya. ¿Ustedes que opinan?