Los “buenos muchachos” del expresidente Uribe

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Hasta cuándo los colombianos vamos a tener que seguir soportando que “los buenos muchachos” del expresidente y hoy senador de la República, Álvaro Uribe Vélez, se hayan comportado durante su largo período presidencial, como unos verdaderos hampones.
El último caso se refiere a Gabriel García, exviceministro de Transporte, durante su gobierno, quien está detenido en la cárcel acusado de haber recibido 6.5 millones de dólares de Odebrecht, como soborno para ganarse una de las licitaciones de obras públicas más importantes y costosas del país. Cuántos, de los supuestos “buenos muchachos” han terminado en la cárcel o huyendo, ya es una cifra demasiado alta como para dejar sin analizar una realidad de ese tamaño.

Sin duda, y sería injusto no reconocerlo porque a cualquiera le puede pasar, un jefe se puede equivocar en los nombramientos que hace o aprueba. Pero en el caso del senador Uribe, no solo son muchos, sino que esos personajes fueron ponderados en exceso personalmente por él. Varias explicaciones podrían ser posibles. Primero, su excesiva confianza en la llamada “gente bien” de este país que ya ha demostrado con creces que tiene de todo menos los valores y la moral que se le atribuye. 

El caso del exdirector del DAS a quien ya claramente los medios le atribuyen el asesinato del sociólogo Andréis de Barranquilla, cabe claramente en esta categoría porque según el senador Uribe, este muchacho era miembros de una distinguida familia de la región Caribe y ese fue una de las cartas de presentación para justificar su nombramiento nada menos que en esta entidad.

Lo mismo sucedió con el exviceministro García, hoy en la cárcel por el soborno ya mencionado. Este personaje también, según el senador Uribe, proveniente de una reconocida familia cartagenera y además, como se conoce ahora, casado con una nieta de una gran figura de la Costa. Solo estos casos para no mencionar los demás ampliamente debatidos.

 Segundo, una complacencia del  expresidente Uribe con el comportamiento de la clase política del país. Para no ir muy lejos, Mario Uribe, su primo, no ha sido claramente una muestra de virtudes en la política y ahora está implicado quien lo reemplazó, el exsenador Bula en el sobordo de Odebrecht. No solamente en temas de corrupción sino de paramilitarismo se han encontrado casos de gente de su equipo comprometida en hechos que han llevado a la cárcel a algunos de sus seguidores. Pero hay una tercera posibilidad.

A lo mejor con buena fe, para darle el beneficio de la duda, el expresidente olvidó la verdadera crisis de valores de la sociedad colombiana y sobre todo de su clase dirigente y aprobó demasiado rápido a algunos colaboradores sin mirar muy bien de donde provenían sus recomendaciones. Y la verdad es que en todos los gobiernos ha habido escándalos de corrupción o de alianzas perversas, pero lo que está sucediendo con el equipo del expresidente Uribe es que se distingue por el número de funcionarios asociados con malas conductas. 

Por ello no basta con declararlos traidores, como ha hecho el senador Uribe con García, sino que es necesario profundizar en las causas que llevaron a tantos exfuncionarios a quedar involucrados en casos gravísimos de malos manejos de la cosa pública. 

Cualquiera que sea la explicación posible, la situación es muy grave y por fortuna según dicen los medios y por lo que piensan muchas personas, el país no puede creer que, si no hubiera sido por la justicia norteamericana, al menos el último de los buenos muchachos, Gabriel García, se habría quedado tranquilo con los miles de millones de pesos que se embolsilló. Y lo peor, nadie se habría dado cuenta.