Machismo y violencia contra la mujer

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Oliverio del Villar Sierra

Oliverio del Villar Sierra

Columna: Trinchera

e-mail: samario1525@hotmail.com



Si creéis que la miel es dulce, es que no habéis probado la ambrosía de la mujer. Francisco Petrarca

Se pierde en los anales de la historia humana el origen de la violencia física y psicológica contra la mujer. Un muy breve recuento desde tiempos remotísimos nos muestra a la mujer como “víctima propicia de primera mano” (Pablo VI) del llamado ‘sexo fuerte’, es decir, del ‘macho’. Como ‘norma’, la violencia contra la mujer se ha manifestado desde el ámbito individual masculino a partir del Estado y sus gobernantes. En ambos campos, en el estatal y el individual, la mujer ha sido violentada y acoquinada, en tanto ser humano, con todas las formas de explotación y vejación que se conozcan: sexual, esclavista, religiosa, familiar, psicológica, en una sola palabra: Inhumana.

La violencia contra la mujer fue, es, y por lo visto continuará siéndolo, materia de nunca acabar, no obstante ser condenada su horrible magnitud como un estigma social mundial, al serle reconocidos y validados sus inalienables Derechos Humanos por la ONU a partir de su 85ª sesión plenaria del 20 de diciembre de 1993... ¡al cabo de diez mil noventa y tres años de barbarie documentada contra la mujer... ¡mandan güevo! Demagogo y sofista unanimismo ‘de género’ que si bien se hizo ‘urbi et orbe’ con bombos y platillos, en la práctica es inocua admonición para pasarse, ‘ad lítteram’, por la bragueta, obvio, de ‘los machos’, dado que es pan de cada día la creciente violencia que a lo largo y ancho del mundo se ejerce contra las mujeres y las niñas.


En Colombia, la violencia doméstica ejercida por ‘los machos’ contra la mujer cada día toma caracteres más alarmantes a pesar de las campañas disuasivas que a nivel educativo, social y de ONG se llevan a cabo en todo el país y del denodado esfuerzo de las féminas por hacerse respetar y dignificar, violencia que conlleva cifras que cada día aumentan de forma alarmante, al punto que se creó un nuevo vocablo específico para identificar la figura del vía crucis de las colombianas victimas de agresión: Feminicidio. En el 2014/15 se presentaron más de 127.500 denuncias en todo el país en ese sentido y se estima que un 75-80% de las mujeres agredidas oculta denunciar sus vejaciones por temor a más graves ataques y represalias de ‘los machos’ agresores y en lo que va del 2016 la cifra sobrepasa las 150 mil denuncias. Y la violencia sexual, que no es ‘harina de otro costal’ sino ‘complemento complementario’ (!) de la violencia física, es cosa de clamar a los cielos.

Las cifras de Colombia en este sentido superan en número y barbarie los horrores cometidos contra las mujeres por el Ejército Islámico (DAESH) en el Medio Oriente y las de Boko Haram en África... ¡sumadas!, con el aberrante ítem que los criminales en Colombia se saben inmunes e impunes, pues el más terrible ‘ingrediente’ que conllevan las violaciones a mujeres y menores en Colombia, lo mismo que a las víctimas de agresión física y psicológica intrafamiliar o exógena, es la ¡absoluta impunidad en el 98% de los casos.... mucho país recontratetra#%**&<**!!%#& este....!!!!

El ‘machismo’ rampante no es otra cosa que la HIJUEPUTERÍA (¡SIC!) ‘¡a lo mero mexicano!’, de todas las formas de sometimiento psicológico, violento y sexual que de la mujer hace el ‘macho’ con abominable alarde de soberbia, ‘superioridad’ de género y poder físico y psicológico, aprovechando la imbele condición femenina, de la mano cómplice de los Estados, gobiernos y jueces de nuestro ‘machista’ mundo. Consideramos, en suma, que sin una punitiva legislación draconeana, rigurosa y puntual (¡al carajo con la “rebaja de penas” por declararse el ‘macho’ victimario “culpable”), complementada con una inductiva y masiva educación sobre la condición humana de la mujer, más una amplia y reiterativa difusión de sus Derechos Humanos y de Género, simplemente.... ¡se estará meando fuera del tiesto...! Dios y la Santísima Virgen María, os bendigan, amadas mujeres, ora solteras, ya enmaridadas o en ‘turno al bate’, que vosotras sois el pararrayos de las perversidades ‘machistas’ pero tienen en nosotros los varones justos, un oasis donde saciar vuestra sitibunda pena moral y física en tanto somos vuestros rendidos, amorosos y obsecuentes hijos, hermanos, abuelos, nietos ahhh.... ¡y currucutungos y curricuchis mariditos..... ¡Es que al menos algo bueno, ¡bonísimo! teníamos que tener, nosotros, los machos alfa...!