El gasto público como motor de desarrollo es el camino equivocado

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El gobierno presentará esta semana la reforma tributaria, y lo que se conoce asusta. Más allá del rechazo natural a pagar más impuestos, el impacto de dicha reforma en la economía colombiana puede ser catastrófico. En el esfuerzo de cuadrar las finanzas públicas, se va a sacrificar el crecimiento y desarrollo del país.


Estamos frente a un dilema grande porque si no se aprueba la reforma tributaria, las calificadoras de riesgos degradarían la deuda colombiana, lo cual implicaría que nos sería más caro prestar dinero, y el desarrollo del país desafortunadamente requiere endeudamiento.

Para comenzar, más del 70% de los recaudos se harían subiendo el IVA al 19% y extendiendo el número de productos gravados. Ante las evidentes fallas del sistema de recaudación de impuestos directos, el gobierno se va por lo fácil, ya que los impuestos indirectos son fáciles de recaudar y la evasión es mínima.

Sin embargo, el IVA es regresivo porque proporcionalmente tiene mayor impacto negativo en los pobres y la clase media que en las clases altas; los primeros tienen que dedicar una mayor parte de sus ingresos disponibles a adquirir los mismos bienes. El efecto se podría contrarrestar desmontando barreras arancelarias e incentivando la competencia para que los precios bajen y mantener la capacidad adquisitiva, pero esto no le interesa al gobierno, ya que a precios altos, mayor el recaudo.

Adicionalmente, se extendería la base tributaria haciendo que todos aquellos que ganen más de $1.500.000 paguen impuestos, y que las pensiones por encima de cierto nivel también paguen. Se le está quitando capacidad adquisitiva a los contribuyentes, con el agravante de que el consumo es uno de los motores más importantes del crecimiento económico. Una política fiscal de este tamaño le quita liquidez a la economía, la sofoca; ahora bien, el gobierno puede gastar por su parte para compensar, pero el gobierno nunca tendrá el impacto que tiene el consumo de personas naturales y empresas. Los gastos operativos del gobierno se comen buena parte de los recursos disponibles.

Para empeorar el panorama, se planea crear un impuesto único para las empresas; es decir, sin importar el tamaño de las empresas todas pagarían el mismo porcentaje de impuestos. Primero, esto tiene el efecto global de quitarle recursos a las empresas que podrían ser utilizados en inversión y creación de empleo. Segundo, es un mecanismo injusto con las Pyme porque el impacto en sus balances financieros es proporcionalmente mayor al de las grandes empresas. El país tiene ya una de las tasas de impuestos más altas del mundo para las empresas, y si a esto le sumamos el costo por empleado con parafiscales y demás, de verdad se está haciendo difícil operar rentablemente en Colombia. Esto puede llevar a que muchas multinacionales se vayan a países más rentables, y a que las empresas colombianas se vuelvan creativas con la intención de aminorar el impacto de la tributación. Se va a frenar a los empresarios.

Además se está hablando de cobrarle impuestos a los dividendos, lo que en mi opinión equivale a doble tributación. Si todas las empresas donde el dinero está invertido ya pagaron impuestos, es absurdo que el que recibe los dividendos pague también. Los impuestos pagados por las empresas reducen los dividendos recibidos.

En síntesis, la reforma tributaria, que es una política fiscal brutal, va a frenar la economía y la va a contraer, en momentos en que tal vez tiene más sentido una política monetaria. Los faltantes de caja del gobierno por culpa de la desaceleración de la locomotora energético-minera, no pueden llevar a que se haga una reforma solo para llenarle las arcas al gobierno. Apostarle al gobierno y no a la empresa privada y a los consumidores como motor de la economía, es una estrategia fracasada.

El aumento de recaudos debe estar acompañado de reducción del gasto público, del tamaño del estado y de la corrupción. Ojala los congresistas hagan su trabajo y no aprueben la reforma a pupitrazo limpio. Es necesario encontrar el equilibrio macro - pronto sabremos qué tan independiente es la banca central- para que logremos alcanzar un nivel de crecimiento alto y sostenible. El remedio puede resultar peor que la enfermedad.