La salud colombiana en crisis

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Indudablemente el paseo de la muerte del que fue víctima la joven Leidy Yohana de 25 años de edad en Cartago (Valle), es una realidad que expresa a gritos toda Colombia; un problema que materializa afugias y que no dan espera.

Las imágenes que mostraron los noticieros nacionales, que también se vieron a nivel internacional fueron escalofriantes. Se escuchó en la viva voz de la protagonista: “No me dejen morir, tengo dos hijos”; lamentablemente una hora después falleció. Estos sucesos no deben volverse a repetir decimos todos, pero desgraciadamente a los pocos días surgen otros iguales o de mayor trascendencia que atentan contra la salud y no se toman los correctivos.

El propósito de este escrito es que el paseo de la muerte pase a la historia. Colombia al unísono debe lanzar un grito que tenga eco de resistencia y se focalice en protesta social. Todos los ciudadanos debemos convertir el sentimiento en una gran fuerza de cambio, que no sea lamentarnos en el momento como siempre sucede y después todo va a la caneca del olvido. Necesitamos con urgencia progresar con un nuevo plan modelo en la salud que mande a la caneca de la basura el actual, que está putrefacto, anacrónico y obsoleto. Debemos entre todos construir un país que salve vidas y que no practique el paseo de la muerte que tanto daño hace y de qué manera.

Cabe preguntar ante tantos atropellos que se cometen en hospitales y clínicas de este país, con servicios médicos –asistenciales inoportunos e ineficientes: ¿Qué hacen los congresistas de Colombia? Sera que para ellos es de mayor trascendencia debatir el aumento de sus mesadas que ahora es de 28 millones de pesos; estos protagonistas del cuerpo Legislativo deberían propiciar el mejoramiento de la calidad de la salud, puesto que para ello fueron elegidos. ¿Por qué no lo hacen?

La causa de este flagelo social en el sector de la salud tiene un responsable directo: el Estado, pues le corresponde por normatividad jurídica legal y constitucional, brindar salud a sus gobernados de óptima calidad y eficiencia: Artículo 49 de nuestra Carta Magna. ¿Cuántas personas más tendrán que morir? La muerte de Leidy Yohana, ilustra con toda precisión la alarmante situación que padecía; su EPS, no obstante, a su llanto de súplica y dolor la dejó morir; ella concebía que requería de un nivel de salud superior al que la atendía, que no se brindó; prácticamente la dejaron morir, así quedó registrado.

Además de la responsabilidad directa que tiene el Estado, también están comprometidos hospitales, clínicas, EPS, Superintendencia y aun el mismo MinSalud por su pobre actuación en escalonados hechos secuenciales; razón por la cual la Corte Constitucional se pronunció para hacer un modelo de acompañamiento en el fortalecimiento pedagógico al sistema de la salud; con ello se busca volcar la mirada de todos a horizontes prósperos que acaben con este desmadre del cual Colombia es pionera.

Ahora resulta que la Acción de Tutela favorable al usuario -paciente ya no sirve, está siendo desacatada, burlada; es como tener mamá y tenerla muerta. Para que nos oigan y nos cumplan tendremos que quejarnos ante la corte suprema de Júpiter, dicen por aquí algunos en voz baja, mientras escribo esta columna. ¿Será esto cierto?

Se deben movilizar: Procuraduría, Defensoría, personerías, contralorías, Ministerio de Salud, Superintendencia, veedurías... con garras para que contribuyan al máximo a encarar estos problemas con franqueza y realismos. Este es un manifiesto que tiene un propósito válido y un punto de partida acertado que vienen pidiendo los defensores de la salud al Estado colombiano, que es incorporar en forma integral al régimen subsidiado a todos los ciudadanos carentes de recursos económicos. Finalmente, no se justifica que muera alguien en la puerta o dentro de un hospital por el paseo de la muerte. También es inaudito que en este país tercermundista un simple papel tenga más valor que la vida de un ser humano.