Lo que nos toca del Bronx

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Tal como ocurre en un proceso sucesorio que se heredan las acreencias y las deudas; estas últimas las que no podemos evadir y deseamos no aparezcan; el Bronx, flagelo descomunal que de soslayo lo miramos por varias décadas sin darle solución feneció, pero nos deja un legado; lo que si es cierto es que ese legado ya está en muchas ciudades de Colombia.

Habíamos anunciado que los habitantes del Bronx se extenderían a otras regiones del país; este fenómeno social ya es una realidad en esta ciudad; es fácil observar a estos habitantes de la calle nunca antes vistos, unidos a los que residen aquí por pleno Centro; obedece a la expansión de este flagelo social. Las alarmas ya se prendieron, habiéndole correspondido a la Secretaría de Gobierno tomar urgentes medidas al respecto con la implementación de un riguroso y exhaustivo censo a esta población, factor que permitirá atención integral a los mismos, consistente en cedulación, hospedaje, alimentación, indumentaria, incorporación al sistema de salud...El proceso implica darles una nueva oportunidad, para que algún día ellos puedan levantarse de esa situación que vivieron en Bogotá y en la que aún subsisten. Se deberá trabajar intensamente, pues a este flagelo social nacional se le suma el local que no se ha solucionado.

Para este ruinoso desastre se requiere un entendimiento que abra el horizonte a los mejores presagios, armonía, cooperación que faciliten encauzar corrientes de solución y progreso. El fenómeno del Bronx, catalogado como un abismo ético y moral es un mensaje que genera una atmosfera viciada. Es fundamental en este sentido romper la brecha histórica a través de una tarea de consolidación y medidas preventivas para las poblaciones donde se dirigen estos habitantes de la calle; porque lo que si es cierto es que en Bogotá no se quedaran todos y trataran por cualquier motivo exportarlos a lugares cercanos o lejanos; son leones dormidos que apenas están despertando y no se sabe cuál será su reacción. Lo que nos toca del Bronx causa horror y terror lastimosamente.

Lo triste y preocupante ante este fenómeno es el desbordamiento en el mundo de las drogas de estos protagonistas, quienes cerrados ante la realidad de los hechos optan por caminos equivocados que incluso en muchas circunstancias les puede costar la vida; teniendo en cuenta el grado de agresividad con que alguno de ellos proceden o responden ante la ciudadanía y las autoridades. No hay que olvidar que el origen de este problema inicia en hogares disfuncionales a los que urge un tratamiento direccionado que permita al máximo coadyuvar a la solución de esta problemática cada día más álgida. El llamado es a la institucionalidad pública para que no le saque el cuerpo a este caso; articulen alianzas estratégicas y focalizadas a mejorar la situación de estas personas. Nos preguntamos: a los habitantes de la calle residentes en la ciudad, ¿se les ha cumplido con la rehabilitación? Lo trascendental en estos tratamientos terapéuticos dirigidos a estos enfermos es fortalecer su autoestima, el respeto a su vida, toda vez que la debilidad que muestran ante la droga los lleva ante abismos sepulcrales, lo que implica que es urgente y necesario intentarles dar fuerza de motivación para hacerles ver el error y así puedan enfrentar el mundo de la adicción.

Ante este nefasto problema, lo cierto es que se está hablando mucho y actuando poco desde todas las esferas. A estas personas hay que rescatarlas y transformarles el panorama de desgracias y desaciertos que padecen, desarraigándoles este azote bastante degradador de la personalidad, por otro que los reviva positivamente; darles a entender que pueden ser útiles a la sociedad. Unámonos todos con ese propósito. ¿Qué les parece?