Resistencia civil contra la paz o el Gobierno: ¿al fin, qué?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena” (Martin Luther King)


Toda Colombia es testigo de la forma improvisada y absurda cómo el gobierno de Juan Manuel Santos ha venido llevando lo que él denomina un proceso de paz, yendo de tumbo en tumbo y propinando cuanto bandazo se le ocurre o le dictan desde la Isla de Marti, al punto de que ha convertido el mismo en un sainete del cual se sienten coletazos que, de una u otra manera, permean la credibilidad y confianza de un pueblo que si bien es cierto quiere la paz, no lo es menos que esta debería cumplir con unos mínimos estándares de justicia y es aquí en donde se gesta el punto de ebullición del cual puede ser posible, -quiera Dios que no-, surjan otras aristas de inconformismo y así dar al traste con un proceso que pareciera estar pegado con babas.

Es increíble que en La Habana sucedan cosas que en condiciones normales y con un gobierno serio y coherente no se dieran, sino que se le pusiera freno y se les conminara para dejar esa ambigüedad absurda en donde queda la sensación de que es la insurgencia la que pone las condiciones y maneja la agenda, así a los enviados del Gobierno y al Gobierno mismo les duela y se den golpes de pecho y se rasguen las vestiduras diciendo que tienen la sartén por el mango, lo que no se creen ni ellos mismos, aunque intenten engañarse.

Estamos próximos a cumplir cuatro años de unas baladíes conversaciones y es poco o nada lo que se ha avanzado, por cuanto aunque pareciera que se han dado logros, seguimos patinando en cosas que el Gobierno se ha empeñado en minimizar, como por ejemplo, depondrán las armas o las entregarán, dónde las entregarán, cuándo, bajo que parámetros, o sencillamente las encaletarán por si acaso se sienten conejeados y ese será su as bajo la manga en caso que, según lo considere la insurgencia, deban reagruparse nuevamente, vaya uno a saber, porque la verdad es que existen muchas cosas sobre las cuales se teje un manto de duda e incertidumbre y es aquí en donde fluye tanta insatisfacción de parte de un vasto sector de la sociedad.

Como consecuencia de esa fragilidad sobre la cual se vislumbran algunos nubarrones en ese proceso de paz, han aparecido voces discordantes y disonantes que se empeñan en hacer ver que las cosas van de mal en peor y si en realidad la situación no es tan crítica, no se puede desconocer que muchos de esos pájaros de mal agüero pueden tener razón y se están encargando de alimentar con carroña política y social un ambiente desconsolador y deprimente que ha ido minando la confianza en el proceso.

El Centro Democrático, un partido político conformado por badulaques que sencillamente caminan para donde los lleve el exemperador...cito, ha decidido oficializar lo que ellos llaman “Resistencia Civil” para oponerse a todo cuanto tenga que ver con el proceso de paz y para ello, sin necesidad de ser tan brillante o inteligente, solo basta que digan que no es aceptable ni coherente una “paz sin impunidad”, por cuanto es imperativo que los cabecillas de la insurgencia deban ser sancionados penalmente y cumplir con un mínimo de reclusión formal y seria, en el entendido que así como está planeada la cosa, no pagarán un solo día de cárcel, y es aquí en donde flota en el ambiente que ello acarrearía cierta impunidad, y por ello hacen énfasis en que no se oponen a la paz, sino a los mecanismos establecidos para tal fin, que equivale a decir que se oponen es al Gobierno

Todos los colombianos queremos la paz, unos más que otros, siempre teniendo como norte que aquellos que han sufrido los vejámenes de la guerra y aún sienten el estertor de la misma, exigen que los responsables reciban su castigo y así puedan exculpar sus faltas, que no son mínimas ni leves, sino comportamientos que el Derecho Internacional Humanitario cataloga como delitos de lesa humanidad, los que están revestidos de su condición de imprescriptibilidad y es aquí en donde las instancias internacionales habrán de actuar para impedir que se cocine una impunidad.