Comida del futuro

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



¿Considera usted que ese platillo que hoy le deleita será el mismo en unos 20 años? ¿Ha reflexionado acerca de la alimentación futura? Vamos: no se imagine usted ingiriendo crujientes insectos o comida espacial ni convertido en un Frankenstein.

 

Las grandes guerras de la humanidad surgen por la necesidad de territorios controlados que garanticen la seguridad de los habitantes de un territorio, y la disponibilidad de agua y alimentos, entre otros asuntos de vital importancia. Abraham Maslow lo define muy bien en su famosa pirámide: de abajo hacia arriba, las necesidad básicas son alimentación y vivienda, esencialmente; y luego, salud, seguridad física, empleo y propiedad privada, entre otras.

La humanidad primigenia se hizo territorial, pues un opimo hábitat garantizaba la disponibilidad de recursos vitales. La domesticación de animales y el cultivo de la tierra convirtieron en sedentarias a las tribus nómadas. La tierra útil pasó a tener valor, al igual que las fuentes de agua para el consumo humano y animal, y para el cultivo de plantas. Así, los asentamientos satisfacían las necesidades básicas; sus enemigos naturales eran los animales salvajes y otros humanos, carentes de alimentación fácilmente disponible.

El crecimiento desmedido y el desarrollo incontrolado de la humanidad han causado serios problemas al planeta, casi que irreversibles: desaparición de muchas especies y predominio de otras; inexcusable contaminación ambiental, cambios climáticos con el consecuente desequilibrio ecológico, y un sinnúmero de secuelas  fatales. Hoy, unos países producen comida en exceso mientras que otros no alcanzan a alimentar debidamente a sus habitantes. Las fuentes nutricionales crecen menos que la población, y se deduce que en pocos años habrá escasez, a menos que los científicos y los gobiernos busquen soluciones radicales y definitivas.

¿Qué hacer, entonces? Es necesario controlar la natalidad, la producción de alimentos, buscar otras fuentes nutricionales, desarrollar técnicas avanzadas para conservar comestibles, controlar hábitos alimentarios, reciclar el agua dulce, reducir la contaminación ambiental, utilizar energías limpias, llevar la producción alimentaria a países pobres, mejorar la infraestructura agropecuaria, etc. La ONU debe ser cuidadosa en estos aspectos: ya escasea el agua, pronto seguirá el aire y, muy cercanamente, los alimentos: todo ello, vital. La tierra es finita, pero hay maneras científicas de aprovecharla.

Las granjas verticales ya existen y producen: incrementan significativamente la producción mediante modernas técnicas que utilizan radiaciones de luz específicas para cada especie, optimizando su aprovechamiento y el de los nutrientes: cada planta usa un espectro lumínico diferente. Adicionalmente, cuentan con temperatura y humedad controladas, entre otros factores; los cambios genéticos mejoran la productividad, resistencia a las plagas, sabores, duración, etc.

La ganadería será completamente intensiva; no habrá pastoreo. Ya existen especies vacunas modificadas para producción de más carne o más leche en tiempos de cría más cortos, que consumen cantidades similares de nutrientes. Habrá otras especies animales como fuente proteica, y métodos de cría más eficientes. Pero mucha carne en el futuro será producida en los laboratorios; proteínas procedentes de insectos y hongos comestibles reforzarán la alimentación, y otros vegetales llegarán a nuestras mesas, así como otros géneros marinos, hoy desconocidos.

En el futuro próximo, veremos platos igual de apetitosos a los actuales, con ingredientes diferentes y preparaciones novedosas, muchos impresos en 3D, preparados y servidos por robots. La cibernética ayudará a escoger los productos hogareños por su oferta en los mercados. El horno o el televisor le indicarán recetas de acuerdo con su gusto y la disponibilidad de los alimentos. Su nevera y su alacena le dirán qué, de lo que come, hace falta. Las autoridades y los líderes de opinión serán fundamentales para imponer las nuevas maneras de comer. De hecho, ya consumimos productos del futuro cercano, a veces sin saberlo. Pero, todo eso tendrá poco valor, si el primer mundo sigue desperdiciando montañas de alimentos cuando en países pobres mucha gente muere de inanición. Tristam Stuart, autor de “Despilfarro”, afirma las 40 millones de toneladas/día que hoy desperdician los Estados Unidos bastan para alimentar a 1.000 millones de seres humanos que se acuestan con hambre. Súmele Europa y todo el primer mundo. Por ahora, sobran los alimentos; después, nadie lo sabe. Dicen los uigures que despilfarrar comida es un insulto al cocinero, al agricultor y a Alá. La siguiente regla de oro será entonces: compra sólo lo que necesitas y come lo que compres.