La lengua cambia, como todo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Todo cambia. La lengua no escapa a esta sentencia. Hace unos días leí en el periódico El Tiempo una columna titulada ‘La lengua viva’, del experto en redacción y creación literaria Fernando Ávila.

 

Señala el lingüista usos que él había condenado pero ahora son admitidos por el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Los profesores de Español y Literatura también debemos celebrar que se haya aceptado el verbo ‘agredir’ como regular. Ya podemos decir ‘yo agredo a mi contrincante; tú agredes’. Lo mismo ocurre con ‘abolir’; por lo tanto es correcto decir ‘Si el Congreso abole esa ley…’. Sin embargo, no se acepta ‘yo abuelo, tú abueles”. Hay en la lengua castellana muchos casos curiosos y a veces inexplicables; de ellos citaré algunos. Por ejemplo, el término ‘despavorido’ encierra la idea de pavor, miedo. Entonces, ¿al decir ‘huyó despavorido’ no podría entenderse que huyó sin pavor; es decir, todo lo contrario de lo que se quería expresar? La palabra ‘amovible’ significa que se puede remover o destituir, aunque por el prefijo ‘a’ podríamos pensar en todo lo contrario.

Pero hay más curiosidades: el término ‘álgido’ (del latín algidum) significa muy frío. También se llama así al período culminante de algunos procesos; por eso cuando se discute algún tema en reuniones y se llega al momento de tomar decisiones se dice que se está en el momento álgido. Sin embargo, muchos creen que ese es el momento ‘caliente’, en el cual hasta pueden presentarse agresiones personales. Eso comprueba que la palabra ‘álgido’ puede pasar a significar ‘caliente’, a pesar de su origen en el antiguo latín.

Entre las dudas que nos acosan al usar el español está la siguiente: ¿La palabra ‘testaruda’ no habrá significado, en un estadio anterior de nuestra lengua, ‘testa dura’? ¿O testa ruda? En ambos casos nos dejaría la idea de una persona dura de entendimiento, para no emplear las palabras ofensivas ‘bruta’ o ‘torpe’ (que de todas maneras estoy mencionando aquí). Si eso es así, deberíamos utilizar mejor ‘testadura’ en vez de ‘testaruda’. Lo que ayer se condenaba hoy se acepta como normal. Por eso muchos usos que censurábamos, en el futuro serán de buen recibo en nuestro léxico. Para afirmarnos en lo que acabamos de decir, mencionemos una fuente a la cual nos remite constantemente la Academia de la Lengua: el Diccionario de Autoridades, cuya característica es poner como ejemplos palabras y expresiones utilizadas por los mejores exponentes de la lengua castellana de siglos pasados. Es decir: si Cervantes utilizó determinada expresión en una obra literaria del siglo XVII, ese uso se acepta como correcto, sin tener en cuenta lo anticuado que pueda parecernos.

No recomiendo la palabra ‘andara’, del verbo andar. Pero hace dos días, en un seriado de televisión colombiano un personaje dijo a otro, textualmente: “Que yo ‘andara’ con esos delincuentes en el pasado no quiere decir que sea uno de ellos”. Lo correcto, hasta hoy, debe ser “Que yo anduviera…” Sin embargo, habría que preguntarse si corregimos ya o es prudente esperar hasta cuando la Academia le dé su aval.

Porque, entre otras cosas, el verbo ‘andar’, en su grafía no se diferencia mucho de ‘nadar’. Y a nadie se le ocurre decir ‘naduviera’ sino ‘nadara’. Conclusión: ¿Por qué es correcto ‘nadara’ y no lo es ‘andara’? Como diría el maestro de la televisión colombiana José Fernández Gómez: “Todo cambia, todo cambia”.

Por: José Alejandro Vanegas Mejia
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