El Voto Caribe, ¡hoy!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eduardo Verano de la Rosa

Eduardo Verano de la Rosa

Columna: Opinión

e-mail: veranodelarosa@hotmail.com



El 14 de marzo del 2010, 2.5 millones de ciudadanos de la Región Caribe en una muestra de espíritu democrático y de libertad política, expresaron en la jornada electoral su voluntad de autonomía política para auto-gobernarse.


Su manifestación de autonomía -como libertad política- fue clara. Exigieron un nuevo modelo de Estado que superara la exclusión política propia del centralismo y el presidencialismo vigente que trata a la ciudadanía de las regiones periféricas como si fueran menores de edad.

La expresión política del Voto Caribe fue diáfana: se requiere de autonomía regional. El centralismo consagrado en la Carta Política de 1886, reforzada en las distintas reformas constitucionales, incluida la Carta Política de 1991 con sus reformas, le ha quitado a las regiones, en especial a la Región Caribe, su libertad de autogobierno que disfrutaba en los viejos Estados federales. Reclamó, igual, autonomía tributaria, fiscal, administrativa, cultural, turística, en fin, autonomía en todas sus modalidades.

En su campaña electoral, Juan Manuel Santos, se comprometió en apoyar el proceso de autonomía regional. Hizo un compromiso político con la voluntad de la Región Caribe y con el Voto Caribe. Estamos a la espera de su cumplimiento que puede concretarse en las negociaciones en La Habana porque es en nuestros territorios donde se debe crear las condiciones para la paz.

La paz no se alcanzó en el siglo XX porque el modelo político alimentó las distintas violencias. Es importante y correcto que se negocie la superación del conflicto armado con los insurgentes y se ofrezca un tratamiento político a un conflicto armado que tiene raíces en el modelo político. Lo que no es correcto es que se intente superar la guerra y se deje intacta su raíz: el modelo político.

El Voto Caribe, hoy, requiere con urgencia que se revise la institucionalidad que fomentó las violencias y los conflictos armados en nuestro territorio. Precisamente, lo que el Voto Caribe declaró, en forma masiva, es que el centralismo es responsable de la exclusión, miseria, corrupción y el hambre que enciende el fuego a la violencia y la guerra. La autonomía regional es una alternativa.

Crear las condiciones para la paz en el territorio reclama que toda la institucionalidad sea revisada. Los acuerdos de La Habana requieren de legitimidad -no cabe duda alguna- y todos tenemos que apoyar para entregarle legitimidad al proceso, porque una ausencia de legitimidad debilita el proceso de paz. La legitimidad es necesaria, sin embargo, ella no genera las condiciones para que la paz se consolide, se desarrolle y afiance en en todo el país.

Las condiciones para generar paz tiene que ser la consecuencia de un amplio diálogo promovido por el gobierno nacional. Un diálogo político y multicultural en la que la voz de todos es escuchada y respetada y que el consenso sea lo más razonable posible. El Voto Caribe es una voz que reclama ser escuchada y respetada. No es justo y menos correcto que la pacífica voz de la Región Caribe sea ignorada.

Insisto, la Región Caribe en su sabiduría política señaló el camino hacia las condiciones que hacen posible la paz en nuestro país. No seamos sordos a la voz de una Región que hoy sufre de hambre en sus comunidades aborígenes y, como otras regiones, está excluida del derecho humano para auto-gobernarse con sus propias autoridades y reglas, sin la interferencia de autoridades y reglas del centralismo. El diálogo con la regiones llama a la puerta, la voz del Voto Caribe es la que invita a oírla, por favor, es una tarea.