Privacidad o seguridad nacional

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Los rápidos avances de la civilización plantean constantemente nuevos retos al statu quo legal. La nueva dinámica social obliga a la reinterpretación del derecho a la luz de nuevas realidades. El caso de la masacre en San Bernardino, California, en donde una pareja de fundamentalistas árabes asesinó a catorce personas, ha enfrentado a las autoridades federales, especialmente el FBI y la CIA con la compañía Apple.

 

Los asesinos utilizaron un teléfono fabricado por Apple semanas antes de cometer execrable crimen. Normalmente estas personas respaldaban la información en la nube, pero no lo hicieron en las semanas que precedieron el ataque, lo que hace pensar que hay mucha información que permitiría obtener información sobre la red terrorista ISIS, y probablemente evitar más muertes.
El FBI no quiere intentar hackear el teléfono porque solo tienen diez intentos antes de que sea imposible acceder a la información. Por esto, han llevado a los tribunales a la compañía Apple para que colabore y abra la puerta de los códigos que permita acceder a la información.

Apple ha citado el derecho a la privacidad para negarse a acceder a la petición, batalla que está perdiendo en la opinión pública en donde más del cincuenta por ciento de los estadounidenses está de parte del FBI. Más aun, iconos de la tecnología como Bill Gates han dicho que Apple debería cooperar con las autoridades. Preliminarmente una corte federal le ha ordenado a Apple que haga lo que el FBI le está pidiendo.

Aún está lejos de decidirse este tema, pero plantea desde ya un debate que deberá zanjarse tanto por vía legislativa como judicial. La pregunta a resolver es, ¿hasta dónde llega el derecho a la privacidad? Una larga tradición legal y judicial ha desarrollado la idea de que los derechos, aun los más fundamentales, no son absolutos y que el gobierno puede en ciertas circunstancias y en atención al bien común, limitarlos. El derecho o la protección de la sociedad priman sobre el derecho a la privacidad del individuo.

Esta área gris en el derecho a la privacidad se ha generado por el uso de las nuevas tecnologías, en donde casi todos nos comunicamos por la Internet, teléfonos inteligentes, etc. Poco a poco hemos visto cómo se han presentado casos, cada vez más frecuentes, que hacen necesaria una mejor definición del tema. Tenemos el caso de espionaje del NSA, los Vatileaks, los Wikileaks, entre otros. En nuestro medio tenemos el caso de las chuzadas a las comunicaciones de las personas, de las grabaciones no consentidas o consentidas que después terminan haciéndose públicas.

Más de una persona ha sido víctima de vídeos íntimos consentidos, que terminan en las redes sociales, o en otros casos, como le sucedió al exviceministro Ferro, fue grabado sin su consentimiento expreso, y la grabación terminó siendo diseminada por medios radiales y la Internet. ¿Dónde comienza y donde termina el derecho a la privacidad?

Surge también la pregunta de si este debe ser un tema que debe desarrollarse a nivel país, o se requiere una legislación global dado que el mundo virtual y de medios hoy es global y rara vez se limita a un espacio físico o a un país. Con excepción de los países en donde los individuos no tienen derechos o los tienen muy limitados, una legislación global, en mi opinión, sería más adecuada. Esto sin excluir que los países adopten legislaciones complementarias y logren una mejor definición –debido a las particularidades culturales- por medio jurisprudencial.

El acelerado desarrollo tecnológico hace que las normas y las leyes caigan rápidamente en la obsolescencia, y por esto tenemos que crear organismos más expeditos que sean capaces de asimilar los cambios y que a la vez tengan la competencia para responder a los nuevos retos de forma adecuada. Mientras se legisla el tema de la privacidad del individuo a la luz de las nuevas tecnologías, considero que la compañía Apple debe colaborar con las autoridades.

Las infidelidades de sutanito, o lo inconfesable de fulanito, no pueden pesar más que la seguridad nacional en donde una de las principales consideraciones es proteger la vida de miles si no de millones de personas.