Venció a la vejez y a la muerte

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Con relativa frecuencia aparecía un vehículo cerrado, con grandes avisos en los costados para anunciar la efectividad de Mejoral para el alivio de todos los dolores, o de Sal de Uvas Picot, o de Sal de Frutas LUA.

 

Por esos años Mejoral no necesitaba propaganda, porque se usaba hasta para arrancar de raíz los callos. Las sales promocionadas por las camionetas mencionadas eran artículos obligados en los hogares, donde se los guardaba en frascos bocones, a disposición de toda la familia. Esos vehículos recorrían los barrios en busca de paredes más o menos blancas para proyectar películas que ya en esa época eran viejas. Sin embargo, los niños seguían detrás del ruidoso automóvil que los guiaba hasta la improvisada pantalla de turno. No viene al caso describir la algarabía y el desorden de la chiquillada antes, durante y después de la proyección. Solo destacamos el asombro que se reflejaba en los rostros infantiles ante el paso de una caravana o diligencia perseguida por los indios en el Oeste norteamericano, o de la captura ¡por fin! del malo de la película. Como es fácil suponer, nadie pensaba en los procesos que debió sufrir el cine para llegar a ese estado de desarrollo; y la verdad es que a nadie le interesaba averiguarlo. Sin embargo, es interesante conocer algunos datos, muy superficiales, sobre los inicios de "el arte que venció a la vejez y a la muerte".

El cine es un arte. Sí; el séptimo. Para que apareciera fue necesario que Joseph Nicéphore Niépce inventara primero la fotografía, allá por el año 1826. Eso prueba que un invento lleva al nacimiento de otros. Pensemos en la rueda, o en la pólvora, si nos quedaban dudas. Después de la fotografía hubo grandes inventos que se desarrollaron a lo largo del siglo XX: la radiofoto, la telefoto y la televisión son apenas unas pocas de sus derivaciones. Actualmente admiramos los avances logrados por el cine. No nos detenemos a pensar en su invención y primeros pasos, cuando los hermanos Auguste-Marie y Louis-Jean Lumière lograron recrear la realidad, tras arduos y agotadores intentos en la fábrica de su padre, Antoine. Eso ocurría por los años 1894 y 1895. Los dos inquietos franceses obtuvieron una sustancia gelatinosa compuesta con bromuro. La primera película filmada por los hermanos Lumière muestra a los obreros de la fábrica en el momento de su salida. De esos mismos días es 'La llegada de un tren a la estación'. Siguieron otras cortas secuencias, entre ellas 'El jardinero rociador rociado', de carácter jocoso.

Relacionado con el cine hay un libro publicado en Colombia en noviembre del año pasado. Ayer terminé su lectura para poder hilvanar estas líneas a tiempo para la penúltima de mis Acotaciones 2015. Se titula 'Pantallas de plata', de Carlos Fuentes, escritor mexicano. Es un recorrido personal del autor por el mundo del cine. Se trata de una visión muy particular de lo que para él fue el cine de todos los tiempos. No hay que olvidar que Fuentes, uno de los protagonistas del llamado "boom literario latinoamericano", mantuvo estrecho contacto con el séptimo arte como espectador apasionado desde niño, actor ocasional, guionista y amigo de grandes actores, actrices y directores de cine. Por eso, con autoridad, cita en 'Pantallas de plata' a 500 personajes, exactamente, de ese mundo virtual. Critica actuaciones y explica éxitos y fracasos de muchos de ellos, sobre todo al pasar del cine mudo al sonoro. Vale la pena leer la obra de Fuentes en esta época de vacaciones.

Por: José Alejandro Vanegas Mejía
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