La Marcha del hambre

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



La Historia no puede marchar hacia atrás. Así, pues, lo que ocurrió hace 49 años puede ser, para unos un recuerdo solamente; otros, uniendo los acontecimientos de ese momento a sus aspiraciones, satisfechas o no, opinarán favorablemente o con decepción sobre el objeto que provoca sus recuerdos.

 

 Pero, en todo caso, casi cinco décadas sirven para mirar con amplia perspectiva lo que ya no puede vivirse de nuevo.Ayer 24 de septiembre se cumplieron 49 años del día en que un grupo de maestros del departamento del Magdalena emprendió una odisea que habría de conmover a toda la nación y despertaría la solidaridad por parte de las agremiaciones y sindicatos del país.

Fue una hazaña grandiosa que a cada momento, como el fuego que alimenta los altos hornos, recibió la aireación necesaria para evitar el casi inminente desfallecimiento de los caminantes. Solo la fuerza de la razón pudo llevar de la mano al compacto grupo de maestros que inició en Santa Marta la travesía de medio territorio colombiano en el mismo sentido en que lo hiciera Jiménez de Quesada en 1538. ¡Ellos también iban en pos de una conquista!

Una movilización de la magnitud y la resonancia que alcanzó la Marcha del hambre constituye el punto máximo al cual puede llevarse una protesta.

Las peticiones que la alimentaron no pudieron ser cuestionadas en momento alguno, por lo cual las autoridades de turno debieron soportar durante veintisiete días las repercusiones que la serpenteante caminata producía en todos los rincones de Colombia. No hubo, pues, una sola voz en contra de los objetivos que se proponían los maestros ni de la forma como se avanzaba hacia el final del camino. Solo en el último instante --concluida ya la caminata--, cuando algunos de los marchantes, extenuados, no se pusieron de pie en plena entrevista con el Presidente de la República, algunos periodistas encontraron tema para criticar la Marcha del hambre. En resumen, la Marcha fue el acto gremial más destacado que jamás se haya realizado en el territorio colombiano.

Cumplidos ya casi cincuenta años, un balance desprevenido demuestra que esa determinación de un grupo decidido de maestros fue la primera piedra sobre la cual se afianzarían las conquistas sindicales del Magisterio colombiano. Se obtiene de ese balance la certidumbre de que si algo puede avalar en el presente el gremio profesoral en todos los niveles, gran parte del mérito pertenece a los Maestros que en 1966, un día como ayer, resolvieron pregonar por todos los climas de Colombia los problemas de la educación en el departamento del Magdalena, que eran y siguen siendo los mismos en todo el país.

La norma que los Maestros Marchantes --con mayúsculas premeditadas--esculpieron en cada uno de los mil ciento cuarenta kilómetros de su recorrido, debe revivirse en las aulas, dramatizarse si es necesario. En todo caso, hay que mantener vivo el espíritu combativo de los maestros del Magdalena, para quienes la desidia del Estado fue un verdadero desafío que este gremio aceptó y convirtió, al cabo de veintisiete penosas jornadas, en un hecho histórico ejemplar. L

oor a los Marchantes que aún sobreviven y sentido reconocimiento a la memoria de quienes, por designio inexorable de la vida, emprendieron la marcha definitiva. Para lo que pueda servir, expresamos aquí la gratitud que debemos a quienes lograron justas reivindicaciones --que no privilegios-- para los maestros de hoy.