Sesenta años de 'Pedro Páramo' de Rulfo

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Al pensar en el llamado 'boom' latinoamericano es conveniente detenerse frente a novelas que antecedieron a este fenómeno de nuestra novelística. Por eso reconocemos hoy el mérito de una obra de lectura obligada: 'Pedro Páramo', de Juan Rulfo.


De este autor diremos que nació en Sayula, Jalisco, México, en 1918. Su nombre completo era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno. A los pocos años de edad, al quedar huérfano, vivió con su abuela, encargada de la biblioteca parroquial; eso le permitió conocer grandes obras y autores cuando apenas tenía diez años. Estuvo en un orfanato en Guadalajara y pasó gran parte de su infancia en su tierra natal. En 1934 se radicó en Ciudad de México. Nunca pudo terminar estudios universitarios. En 1938 comenzó a escribir la novela 'Los hijos del desaliento'. La producción literaria de Rulfo es muy escasa; no obstante, se convirtió en uno de los más grandes autores de la literatura universal con la publicación de 'El llano en llamas' (1953) y 'Pedro Páramo' (1955). Además de estas dos conocidísimas obras Rulfo es autor del cuento 'La vida no es muy seria en sus cosas' (1945) y de guiones para cine como 'El gallo de oro' (1980).
'El Llano en llamas' es una colección de relatos en los cuales predomina el lenguaje conciso que caracteriza a las obras de Rulfo. El Llano inmenso sirve de escenario desolado en el cual los personajes rumian su desamparo y confirman su desesperanza. Algunos de esos relatos son: 'La cuesta de las comadres', 'El hombre', 'Luvina', '¿No oyes ladrar los perros?', 'Nos han dado la tierra' y 'Talpa'. Juan Rulfo recibió, entre otras distinciones, el Premio Nacional de Letras (1970) y el Premio Príncipe de Asturias (1983).
Pero el colmo de la desolación se vive en 'Pedro Páramo', narración que comienza cuando Juan Preciado decide buscar a su padre para cumplir el compromiso que había hecho a su madre. La obra comienza así: "Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo. 'No dejes de ir a visitarlo --me recomendó--. Se llama de otro modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte'. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas. Todavía antes me había dicho: 'No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.' --Así lo haré, madre."
De 'Pedro Páramo' dijo Jorge Luis Borges: "Es una de las mejores novelas de la literatura universal". García Márquez, por su parte, afirmó: "Desde que leí 'La metamorfosis', de Kafka, ninguna novela me había impresionado tanto". Y, en efecto, con las primeras líneas de 'Cien años de soledad' el Nobel colombiano parece rendir homenaje a Rulfo, quien en 'Pedro Páramo' dice: "El padre Rentería se acordaría muchos años después de la noche en que la dureza de su cama lo tuvo despierto y después lo obligó a salir".



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