La fama y la ética

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Escrito por:

Tatiana Dangond Aguancha

Tatiana Dangond Aguancha

Columna: El Faro

e-mail: tatianadangond@hotmail.com



La acusación a Silvestre Dangond de abuso sexual a un menor, se ha convertido en una polémica que busca más el desprestigio de un famoso que la protección de los derechos de tal niño. La prensa tiene el deber de informar objetivamente los sucesos y los ciudadanos tenemos el derecho a recibir información veraz, sin exageraciones o amarillismos que vayan encaminadas a la adquisición de un mayor rating o al perjuicio de un célebre cuyo reconocimiento les es inconveniente. En la lucha por los derechos, el cuarto poder ha desempeñado un gran papel y este objetivo no debe desvanecerse en el camino.

Uno de los argumentos que se plantea es la prevalencia del niño, establecido en el Art. 9 del Código de la Infancia y de la Adolescencia, que establece que los derechos de los niños y niñas deben ser protegidos si se presentase colisión de derechos entre un adulto y este, o en cualquier tipo de proceso. En especial en caso de duda acerca de un delito sexual contra un menor, el investigado no gozará del principio penal in dubio pro reo pues el principio constitucional de prevalencia del niño y la niña es superior y más fuerte.

No obstante, si bien es cierto que los derechos de los niños y niñas deben prevalecer en cualquier proceso, en el caso que se presenta no hay un conflicto claro de derechos entre un adulto y un menor, puesto que las evidencias demuestran que no se cometió un abuso sexual, entendido dentro del contexto social y cultural donde se presentó dicho acto. Lo que se traduce en un problema o en un cuestionamiento de tipo ético y no legal, partiendo del hecho de que Colombia es un país de regiones, multiétnico y multicultural.

Estos hechos sin lugar a dudas, se deberían eliminar por completo de cualquier sociedad, por lo que constituyen un irrespeto a la integridad personal y porque transmite un mensaje "machista" que perpetúa una estructura patriarcal fuera de toda racionalidad. Aunque la costumbre no puede ir en contra de la ley, la aplicación de esta última no puede ser mecánica y debe aplicarse dentro de su debido contexto.

La diversidad cultural de Colombia es reconocida por nuestra Carta Política y la educación es un derecho fundamental, por lo cual comportamiento de tal tipo deben ser corregidos con pedagogía. Se pide a gritos justicia, porque la integridad personal de un niño ha sido vulnerada por el cantante y compositor Silvestre Dangond, pero acaso no son conscientes de que quienes están provocando tal violación a la integridad son aquellos mismos que han magnificado este hecho, publicando videos y haciendo comentarios morbosos que desencadenarán crueles burlas de los compañeros al menor. Este es el verdadero delito, porque la identidad del niño está sufriendo grandes perjuicios que van a marcan su personalidad de manera negativa.

En este orden de ideas, lo que debe ser realmente alarmante para la prensa, para el Instituto del Bienestar Familiar y para toda la sociedad, es la calidad y la cobertura de la educación en Colombia, donde muchos niños mayores de doce años no pueden leer este artículo porque no tuvieron un colegio que les enseñara a leer y porque no tienen acceso a la información.

Entonces cómo condenar este acto de "machitos" en una sociedad donde la civilización y la cultura ciudadana son nulas. En vez de publicar imágenes de Michael Jackson con un acordeón, simbolizando a Silvestre Dangond, deberían mostrarle al país los índices de analfabetismo que existen.

Igualmente sería pertinente que el cantante utilizara su fama y su posicionamiento en el mundo de la música y del espectáculo para promover la cultura, los valores y el respeto por la integridad personal, en especial de los niños y niñas.