Colombia: República democrática sin pacto social básico

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



El problema esencial del país son los grupos armados que se desplazan por todas las regiones de Colombia, como Pedro por su casa. Es indudable que la población civil está desarmada e inerme ante el fuego cruzado de los grupos de subversión armada hasta los dientes, que dicen representar todos los tenores, matices e ideologías y que algunos pensadores y socialistas colombianos los consideran representantes de unas ideologías de la delincuencia nacional e internacional. Ante esta subversión, ante el narcotráfico, los paramilitares, grupos de autodefensas, los terroristas y la delincuencia común organizada o individual, el gobierno a pesar de sus innumerables esfuerzos, hasta hoy, parece impotente, sin lugar a dudas. Además el aparato judicial nacional, no funciona como debe ser, es muy notoria en el orden nacional la rampante impunidad existente.
La violencia política, de nuevo crece todos los días, mientras la patria se desangra, por aquí y por allá, las inversiones sociales se han reducido a extremos nunca antes vistos, innumerables familias de desplazados se asilan todos los días en Santa Marta, inexplicablemente; nuestros talentos, artísticos, científicos, empresariales, técnicos y de muchas especialidades, han tenido que irse a otras partes. Y en Colombia pareciera que día a día están quedando solos los campos, pero para campos de batalla. La sociedad colombiana sin distinción de clase o género, siempre ha pedido seguridad, ante todo, no por estar bien alimentada, ni porque le preocupe él habitad donde vive y crece, ni las alzas, ni la falta de cupos en las universidades, o el incremento injustificado de los servicios públicos, ni los innumerables tributos que anualmente se le exigen a los colombianos, en los distintos entes territoriales de la nación. Todo eso, que ha venido arrinconando a nuestros pueblos, es incomparable con el reclamo que exige del gobierno de su seguridad frente a la violencia aterradora, que ha tocado la puerta de miles y miles de colombianos.
Es la gran amenaza constante, cotidiana, que se visualiza en los ojos de las nuevas generaciones, como una gran nube o cortina oscura entre el inmediato presente y su futuro. En los últimos tiempos las opiniones de los colombianos perciben que la seguridad no es ni ha sido un concepto univoco. La gente, el pueblo quiere no solo la seguridad física, en su honra y bienes, la gente también quiere seguridad política, social, económica y sicológica. En el eterno continuum entre libertad y seguridad, nuestros pueblos están dispuestos en este país esencialmente libertario, a recortad la libertad por encontrar la seguridad. El pacto social aparece en las sociedades democráticas, cuando los individuos cansados de guerrear individual y colectivamente, en medio del caos y la falta de reglas de juego, finalmente aceptan sin alternativas, las normas de una sana convivencia social.
Allí, es donde evidentemente el pueblo, el soberano, construye, edifica el consenso fundamental del andamiaje institucional que se transparenta y requiere el Estado, la Constitución y los mecanismos de mayoría y consenso tanto electorales como legislativos. En mi concepto, Colombia sin lugar a dudas es una república democrática sin pacto social básico activado. Aquí aun, las diferencias se confrontan con las armas modernas, dejando de lado las leyes y también las normas constitucionales. En la Colombia de las crudas realidades y hechos, con los pies puestos en la tierra, sin mentiras, ni engaños de nuestra evidente realidad civil, social y económica, como ciudadanos libres, aun prima la ley del más fuerte en su sentido literal; Por la fuerza que demuestran los novedosos armamentos de parte y parte y del inmenso poder económico o de dinero que tienen en sus manos los actores del conflicto armado.
Aquí, en estas tierras del continente americano, que no vive en paz, el hombre se ha vuelto un lobo, en donde la vida no vale nada, porque no existe contrato social alguno. Si nos comprometiéramos en una gran empresa o agencia social, que vigile lo fundamental de nuestra sociedad, estoy seguro, que así, los plebiscitos vendrán después, si es necesario, como igualmente, las constituciones o los referéndums, si hacen falta. Es indudable que los colombianos necesitamos la paz, como igualmente claros y suficientes instrumentos para el buen manejo de la paz, no necesitamos de manuales estratégicos para conducir la guerra, ni recursos que interfieran las elecciones, que el pueblo quiere definir.