Auditor moral de la virtud humana

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Wilfrido De la Hoz

Wilfrido De la Hoz

Columna: Opinión

e-mail: wilfridodelahoz@gmail.com



Cumbres borrascosas se ciñen sobre la panorámica sociopolítica de Colombia. Desde allí observamos tantas cosas que nos producen pena y desazón, las cuales quisiéramos darles tratamiento de alivio a tantas aflicciones de nuestro pueblo.
La madeja de las cosas no deseables es tan desordenada, enredada y compleja que los esfuerzos por llevarlas a un punto de inflexión para corregirlas, se tornan insuficientes, lo que a veces nos hace pensar que estamos frete a un monstruo indomable. Me refiero a la corrupción; uno de los grandes problemas que permea a toda la sociedad y la convierte en algo soslayadamente repudiable.
En Colombia varias organizaciones han llevado a cabo serios estudios sobre este fenómeno. Transparencia Internacional ha revelado que el Índice de Percepción de Corrupción para Colombia (IPC) fue de 94 a nivel mundial entre 177 naciones estudiadas en 2013. La Corporación Transparencia por Colombia, con apoyo de la Unión Europea, Agencia Presidencial de Cooperación Internacional de Colombia también han investigado y analizado variables para evaluar el problema, y el resultado general es el mismo. La corrupción corroe a la sociedad entera.
Por otra parte, vale decir también que algunas organizaciones han intentado hacer algo o han iniciado acciones procurando poner barreras a la expansión del fenómeno, como la Asociación Latinoamericana de Poligrafía que lleva a cabo exámenes para detectar factores de riesgo de corrupción en las personas, tanto en el sector público como en el sector privado empresarial.
Todo parece indicar que el problema no es exclusivo en Colombia, es en todo el universo entero, dentro de todas las clases sociales y tendencias culturales. La corrupción parece ser inherente a la condición humana; esta frase se filtró de las declaraciones de los primos Nule en el proceso del carrusel de la contratación en Bogotá D. C.
Los hechos que apreciamos a diario sobre corrupción en nichos que producen mayor impacto en la sociedad nos pone a pensar que la penumbra se torna más oscura de lo que parece. Estos nichos ubicados en el Sistema Judicial, Sistema Electoral, Sistema de Contratación de Obras Civiles y de Recursos Humanos, empresas cazatalentos dedicadas a buscar individuos idóneos para ser contratados por compañías. También se encuentran nichos corruptos en sectores populares en donde se irrespeta todo lo que no sea propio.
Analistas reconocidos han reiterado que este problema se acentúa mucho más en los niveles regionales. En departamentos, distritos y municipios existen quistes incrustados en Asambleas, Concejos, Contralorías y Personerías. También existen en organizaciones como Universidades tanto públicas como privadas. Aunque el diagnóstico sobre las causas y efectos de este fantasma es bastante difundido, no se vislumbra nada ni nadie que asome como Auditor moral de la virtud humana.