Las primeras lecturas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Hace unos días releí los relatos que dejó escritos mi amigo Joaquín Zúñiga Ceballos. Tenía él entre sus propósitos publicar un libro sobre el ambiente de la Santa Marta que conoció en su niñez y adolescencia. La muerte sorprendió a Joaco el año pasado y aplazó la aparición de los recuerdos que algún día aparecerán bajo el título 'Jirones de una historia'.

Pues bien; en el relato "IRIS, el almacén de mi padre", el autor dice: "Una de las puertas que daban hacia la calle de la Cruz permanecía cerrada; allí montó 'Chao' su biblioteca de paquitos y taller de reparación de gafas y espejuelos".

Como el negocio de 'Chao' hubo varios en la ciudad. Su clientela la conformaban personas de diferentes edades, desde niños que escapaban de la escuela para sentarse a 'devorar' las historietas hasta celadores y obreros habituados a vivir las aventuras con sus héroes de papel.

Tenían la posibilidad de llevar a sus casas los tomos para devolverlos el día siguiente. De esa manera muchos aprendieron a leer. Recuerdo que las novelas de vaqueros tenían, invariablemente, 128 páginas. El desenlace siempre era previsible, pero los lectores avanzaban entusiasmados hasta el final.

Había otra clase de lectores, más sensibles, casi siempre mujeres. Ellas buscaban las secciones 'del corazón' en las revistas de mayor circulación. Adoraban a Corín Tellado y se compenetraban con sus personajes. Pero no crea el lector que esta escritora carecía de méritos literarios.

Hablemos de ella, porque su incesante actividad tiene que ver con la vocación lectora de un público que, de no haber encontrado en su camino textos como los escritos por Corín Tellado, hoy no serían capaces de pasar la vista sobre un escrito cualquiera.

Su nombre era María del Socorro Tellado López, prolífica escritora española conocida como Corín Tellado. Se la encasilla en el subgénero llamado 'novela del corazón' con el ánimo de restarle importancia e ignorar la inmensa influencia que ha ejercido su pluma sobre muchísimos lectores.

Con las obras de Corín Tellado aprendieron a leer millones de latinoamericanos; entre ellos --como es apenas lógico suponer-- muchísimos de quienes en tono despectivo pretenden erradicar de las producciones escritas su legado. Y son estas huestes de iconoclastas quienes deben recapacitar al saber que famosos novelistas como Guillermo Cabrera Infante ("Tres tristes tigres"…), Mario Vargas Llosa ("La ciudad y los perros"…) y Gabriel García Márquez han declarado abiertamente su admiración por la escritora fallecida en el 2009.

Y no es para menos si tenemos en cuenta que Corín Tellado fue reconocida por la Unesco como la autora más leída en castellano, después de la Biblia y Cervantes. Además, sus 4000 títulos publicados y más de 400 millones de ejemplares de sus novelas vendidas le han asegurado un sitio especial en la literatura de nuestra lengua.
No sabemos si aún existen puestos de lectura e intercambio de paquitos y novelas populares como el de 'Chao'.

Lo cierto es que en épocas pasadas fueron sitios de lecturas silenciosas. Como tantas cosas en Santa Marta, de un día para otro pasan a ser solo un elemento más del baúl de los recuerdos.