Después de siete días de intensa violencia en el Catatumbo colombiano, lo único que hasta ahora siguen siendo protagonista de esta difícil situación, son los 32 mil desplazados, el miedo y la angustia que reina, sobre todo entre los miles de afectados llegados al coliseo de Ocaña, después de dejar atrás su vida en la región, donde enfrentamientos entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, ELN y disidencia de las Farc dura ya una semana, los obligó a huir de su tierra.
Estos sufridos colombianos han salido de distintos caseríos de la zona, amontonándose en el coliseo “Argelino Durán Quintero”, así llamado en memoria de ese político y exministro nacido en Ocaña y que, como ellos, fue víctima del conflicto armado pues fue secuestrado por la guerrilla del Ejército Popular de Liberación, EPL, en enero de 1992 y murió en cautiverio mes y medio después, a la edad de 77 años. Muchos de los recién llegados acceden a hablar con la prensa, pero pocos dan su nombre por miedo a sufrir represalias si vuelven a sus casas, una posibilidad que por ahora ven remota, porque la violencia no cesa.
De las 32.000 personas desplazadas, 15.086 llegaron a Cúcuta, capital de Norte de Santander; 11.503 a Ocaña, segunda ciudad de ese departamento, y 5.300 a Tibú, localidad ubicada en el Catatumbo. Al llegar al coliseo, son encaminados hacía unos puestos de atención marcados con los nombres de los municipios de los que proceden donde funcionarios les toman los datos en medio de un constante ajetreo por la llegada de alimentos y colchonetas.
El cruce indiscriminado y sin cesar de los disparos entre las Farc y el Eln, generó un estallido de violencia que no fue una sorpresa para el gobierno y las Fuerzas Armadas, porque había uno que otro rumor de que había un cese al fuego solo por la temporada de diciembre, a pesar que ambos grupos guerrilleros conviven en el sector.
Desde el pasado jueves, día en que el Eln comenzó los ataques contra el Frente 33 de las disidencias de las Farc, unas 80 personas han sido asesinadas en el Catatumbo, entre ellas al menos seis firmantes del acuerdo de paz de 2016, que de acuerdo con lo afirmado por las Farc, estos funcionarios eran del Eln.
En medio de todas estas circunstancias, se mantiene el confinamiento en varias zonas y continúa la operación de la Fuerza Pública y Naciones Unidas para la extracción de personas en riesgo extremo, más cuando se confirmó el asesinato de los firmantes de paz, la desaparición forzada de varios de ellos y el secuestro de otro grupo.
La crisis humanitaria y de seguridad en el Catatumbo era algo anunciado por diversas autoridades, entre ellas, la Defensoría del Pueblo que el pasado 15 de noviembre advirtió, mediante su sistema de alertas tempranas, de la situación de riesgo para la población civil por la presencia y amenazas de los grupos armados ilegales. En principio, la región atraviesa una escalada violenta por parte del Eln a través de su Frente de Guerra Nororiental, una vez dejó de operar el mecanismo de cese al fuego bilateral y temporal acordado durante las negociaciones de paz con el Gobierno; ahora el mismo gobierno pretende castigarlos, cuando se ha hecho de la “vista gorda” de esta situación, a pesar de conocerla a tiempo. Ayer, la Fiscalía General de la Nación, reactivó las órdenes de captura contra comandantes del Eln, incluyendo a Pablo Beltran, jefe negociador de esa guerrilla y Pablo García, cabecilla militar del Eln.
Vale la pena recordar que esas órdenes cesaron cuando el presidente Petro, en el marco de una ficticia y derrotada paz total, firmó un decreto para suspender las órdenes de captura y extradición que tenían estos guerrilleros, desde el pasado 19 de agosto.
Ahora, viviendo las consecuencias de esa desacertada decisión el Ejército se ha centrado en la distribución de ayuda humanitaria y el rescate de algunos líderes sociales perseguidos por el Eln, mientras que el presidente Gustavo Petro suspendió los diálogos de paz con esa guerrilla y anunció la declaración del estado de conmoción interior y la emergencia económica, medidas de alcance y efectividad bastantes cuestionadas.