El Catatumbo colombiano

Editorial
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Hasta que “la papa caliente”, estalló en las manos del gobierno, primero, se dieron cuenta que con el Ejército de Liberación Nacional, Eln, Estado Mayor Central, Emc, y una de las disidencias de las antiguas Farc, no se juega, y, segundo, que  los “pañitos de aguas tibias” con un inexistente e irrespetado proceso de paz no es el único camino, ahora, el gobierno nacional, no saben cómo reaccionar en un territorio que se ha dejado perder en el Catatumbo colombiano.

Esta lamentable situación se veía venir; los signos de alarma se dieron desde un principio;  la comunidad pedía a gritos, la intervención del Estado;  la guerrilla hace “lo que le daba la gana” y las advertencias y  alarmas se prendieron a tiempo, pero nadie oyó, nadie escuchó, nadie se apropió de la terrible situación en el Catatumbo, hasta que hace unos días en la convulsa región del Catatumbo, se cobró la vida de por lo menos cuatro firmantes del acuerdo de paz.

En un principio, se informó de cinco firmantes de paz asesinados; pero, posteriormente, se conoció que  son cuatro los excombatientes que  fueron sacados de sus viviendas y ejecutados por guerrilleros del Eln. Sin embargo el partido Comunes, surgido de la desmovilización de las Farc, elevó a siete el número de firmantes de paz asesinados sin contar con los líderes y lideresas que también están siendo perseguidos y asesinados, lo que no ha sido confirmado por ninguna autoridad.

Las denuncias se viven a diario; en casi todos los municipios del Catatumbo se vive la oleada de violencia;  hay más de 20 personas asesinadas; personas retenidas en sus hogares y otras fueron capturadas por los grupos armados, son las denuncias que hacen la comunidad que vive aterrada y a la espera de la presencia del Estado, que poco hace para evitar los combates, por disputas territoriales, que tienen lugar en varias zonas rurales del departamento de Norte de Santander, del cual hace parte el Catatumbo Imágenes divulgadas en redes sociales por habitantes de varios caseríos del Catatumbo muestran enfrentamientos en las calles, mientras otros han denunciado que guerrilleros del Eln sacaron de sus casas a varias personas cuya suerte se desconoce.

El Catatumbo, es una región pobre y selvática que limita con Venezuela; está formada por los municipios de Ábrego, Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, La Playa, San Calixto, Sardinata, Teorama y Tibú y en ellos operan el Eln, disidencias de las Farc, un reducto del Ejército Popular de Liberación, EPL y otras bandas que se disputan el control de los cultivos de coca y de los corredores para el narcotráfico.

La violencia en el Catatumbo es un golpe a la implementación del acuerdo firmado por el Gobierno y las Farc en 2016; es la ratificación de que los grupos alzados en armas, nunca se comprometieron con la paz del expresidente Santos y menos con la paz total de Petro, que ya poco tiempo tiene para llegar a acercamientos para encaminarse en un proceso de paz,

Ante tanta violencia y el derramamiento de sangre en forma continua en el Catatumbo, el Gobierno debe proteger la vida de una población indefensa,  pues eso, además de un deber de estado, es garantizará los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación por los crímenes cometidos por la antigua guerrilla en el marco del conflicto.

Aquí ya no cabe más espera; no caben más diálogos y procesos que alargan y deterioran aún la delicada situación de orden público que se vive en el Catatumbo, región sin norte, sin ayuda, sin presencia del gobierno nacional y abandonada a su mejor suerte. No es solamente hacer un llamado especial a las autoridades competentes para que desarticulen los grupos armados ilegales que se disputan el control de los territorios; sino también llegar con programas sociales que ayuden a recuperar el delicado tejido humano que ha sufrido por la violencia en esa zona. Debe ser una acción interinstitucional, en donde de verdad se vea el interés por ofrecer otros tipo de vida a los ciudadanos que habitan en el Catatumbo y en sus alrededores.

Es imperativo y urgente que se implemente con más vigor y eficacia la acción del Estado y que, sobre todo, se ofrezcan las garantías de seguridad. No se puede permitir que los interlocutores en los diálogos de la llamada paz total sigan matando a los firmantes de paz y a los líderes sociales. La violencia debe cesar, no debe haber más muertos, ni heridos, como tampoco desaparecidos y numerosas familias desplazadas. Este panorama debe ser erradicado del Catatumbo.

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