En el 2024 hemos tenido un sin número de experiencias negativas, retroceso económico y social, en síntesis, un fracaso total del gobierno petrista. Vamos a empezar un 2025 con optimismo, con deseos de que vislumbremos con ánimo constructivo un panorama que nos despeje este horizonte negro, creado por el presidente Petro.
Pero sobre todo con la esperanza en que Venezuela vuelva a ser una democracia y Colombia logre con ocasión de las elecciones presidenciales en el 2026 un viraje político hacia un gobierno verdaderamente democrático.
Petro cambiará en enero a algunos de sus ministros, convencido de que con nuevas caras en los ministerios la situación será distinta. Eso desde luego no va a ocurrir sino para agudizar sus reformas y continuar su política de destrucción, como lo ha venido haciendo desde el comienzo de su administración.
Su plan macabro marxista en su mente lo llevará a cabo como lo hizo Fidel Castro en Cuba, Chávez en Venezuela y Ortega en Nicaragua; nuestra ventaja es haber conocido de cerca lo sucedido con nuestros vecinos, palpar en nuestro territorio el éxodo y sentir de corazón la tristeza de nuestros hermanos bolivarianos.
Frente a ese ejemplo tan funesto, hemos podido asimilar lo que es un gobierno estalinista y darnos cuenta de que aquí vamos por el mismo camino. Todo ha desmejorado; la salud en cuidados intensivos; la red de carreteras sin mantenimiento y sin ser ampliada y las pensiones con su reforma pasaron a ser una disposición de nuestros ahorros en manos del gobierno. En fin, todo se basa en un incumplimiento manifiesto a sus promesas de campaña y a aquello que ha ofrecido en el ejercicio del poder.
Ese es el modus operandi político de los comunistas; por ello, él actúa fiel a su ideología en la cual Colombia pasa a segundo plano dado que su ambición natural y sus convicciones políticas hacen que predomine el engaño y por ende el país quede en la inopia, es decir en la miseria, característica de esa clase de regímenes.
En materia internacional opera en la misma forma, apoyando a las dictaduras marxistas de Cuba y Venezuela; por eso no debemos sorprendernos que lejos de estar respaldando al presidente electo de Venezuela, Edmundo González, esté en esa posición dubitativa, en la cual al final no asiste a la posesión de Maduro, pero Colombia estará representada por su embajador.
Simplemente, de esa manera se lava las manos, habida cuenta de que no se puede estar con “Dios y con el diablo” al mismo tiempo. No acompaña a la libertad sino a la opresión; es solidario con la antidemocracia madurista y por ende con el fraude de las últimas elecciones presidenciales.
La incógnita será su posición en la eventualidad en que caiga Maduro; ciertamente recibiría también un golpe indirecto frente a esa hipótesis y quedaría no solo acongojado sino muy maltrecho.
Su pretensión de continuar en el poder en cabeza propia o de un tercero de su línea política empieza a perder fuerza sobre todo por su desprestigio entre nuestros compatriotas, esa situación nos hace respirar tranquilidad respecto de nuestro porvenir inmediato. De ahí la importancia primero de unirnos los colombianos de bien que somos la mayoría alrededor del candidato de centro derecha que resulte ganador de la consulta previa. En segundo lugar, proteger a la Registraduría, para que el fraude desaparezca y por ende haya transparencia en las elecciones presidenciales del 2026.
Al recortar el gobierno los recursos de ese organismo eleccionario, nos obliga por conducto del órgano legislativo a exigir al gobierno que suministre a la registraduría los dineros que le permita cumplir con su misión constitucional.
En última instancia a que haya unos aportes de los empresarios con destino especifico, esto es contratar el software de reconteo y escrutinio, y, para efectos legales de la entrega de ese dinero, se debe coordinar el procedimiento o mecánica entre el empresariado, los partidos políticos de oposición y la registraduría. Y, en tercer término, algo en lo cual hemos insistido, cual es evitar a como dé lugar de que la corte constitucional prolongue el período presidencial; hay que defender nuestra democracia, nuestro estado de derecho y nuestras instituciones.
Ha habido despilfarro y robo del presupuesto para comprar conciencias que aprueben sus reformas, quedando sin respaldo monetario; por consiguiente, al no aprobarse la Reforma Tributaria perdió el gobierno su liquidez y está Petro energúmeno al no tener a la mano disponibilidad de efectivo.
La consecuencia es repartir la pobreza, entonces se redujo el presupuesto de defensa, las partidas para el deporte y de igual manera para la cultura. Segmentos que son de singular relevancia con vistas a la seguridad de los ciudadanos y al desarrollo de nuestra gente.