Parlamento admirable vs. Parlamento vituperable

Editorial
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El parlamento actual colombiano ciertamente ha mostrado su mediocridad, su falta de ética, su antipatriotismo y su carencia de valores morales y lo único que les interesa es su lucro personal, las coimas y los contratos; es triste y deplorable, pero la verdad es que se le puede denominar sin ambages un parlamento “vituperable”.

Desde luego hay miembros de algunos partidos de centro derecha que sacan la cara y que piensan en función del interés nacional; de aquello que más conviene a los colombianos y por ende no están buscando dádivas de ninguna naturaleza.

Son ellos los miembros de Centro Democrático y Cambio Radical cuyos jefes de partido son el expresidente Álvaro Uribe y el exvicepresidente Germán Vargas, personas respetadas y respetables. Las dos colectividades históricas, es decir, el Partido Liberal encabezado por el expresidente César Gaviria y el Partido Conservador, bajo la dirección de Efraín Cepeda, no tienen en cuenta las orientaciones de sus directores.

Qué diferencia de aquella añorable e imborrable época en la cual quienes estaban al frente de esas colectividades históricas eran figuras preclaras, sobresalientes y de gran autoridad moral tales como Jorge Eliecer Gaitán, Alfonso López Pumarejo, Darío Echandía, Alberto Lleras, Carlos Lleras, Julio Cesar Turbay por parte del Partido Liberal y de otra parte por el conservatismo, Guillermo León Valencia, Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, Álvaro Gómez y Misael Pastrana. 

Sus pautas se respetaban, se acataban y cumplían. Actuaban sus partidos en bloque, totalmente aunados y con verdadera unidad de criterio. Mucha gente iba a las barras del Congreso para escuchar los discursos de esos ilustres parlamentarios cuyas intervenciones también se escuchaban en las cadenas radiales.

Se consideraban nuestras Cámaras Altas y Bajas, ejemplo en el mundo por el brillo de la oratoria, de la exquisites en el manejo del lenguaje, por las magníficas improvisaciones, por la profundidad cultural, por la excelente preparación y estructura intelectual de los intervinientes; es decir, ese sí se podía considerar un parlamento “admirable”.

Por ese parlamento pasaron los famosos “leopardos” figuras caracterizadas por su insuperable oratoria, entre otros formaron parte de ese grupo: Augusto Ramírez, Silvio Villegas, José Camacho, Eliseo Arango; todos ellos conservadores.

Han estado igualmente tribunos liberales como Jorge Eliécer Gaitán, Alberto Santofimio y Luis Carlos Galán de alta elocuencia y exponentes conservadores como “El tigrillo” Noriega y Fernando Londoño y Londoño de respetabilidad con la palabra.

Esa pléyade de hombres ilustrados en buena parte originó de que Bogotá se considerase como la “Atenas de Suramérica”; de manera que pasamos de un congreso de admiración en el orbe a un congreso de deshonor e ignominia.

En las actuales circunstancias los parlamentarios con contadas excepciones como lo hemos descrito, se dedicaron a cambio de favores a aprobar todo aquello que requiere el gobierno de Petro para perpetuarse en el poder, a semejanza de Chávez, su modelo y cartilla y por ello no nos cabe la menor duda de que los pasos que ha dado Petro van en ese camino. Ya lo habíamos vislumbrado y simplemente se corrobora nuestro criterio al respecto.

Va a disponer de una Corte Constitucional que le servirá para lograr su propósito de permanecer como dueño y señor de un Estado dictatorial; va a seguir desprestigiando al registrador, Hernán Penagos, dado que este funcionario no va a prestarse a los manejos fraudulentos del señor Alex Vega que le dieron la presidencia en el 2022.  También el señor Vega colaboró como presidente del Partido de la U, para que sus senadores votaran por el Magistrado Miguel Polo. El que es no deja de ser; lo inexplicable y censurable es que una persona de tan bajo perfil esté al frente de una facción política.

El nuevo Registrador desea garantizar la transparencia en las elecciones del 2026; le recortaron el presupuesto y le hicieron una intervención a través de la superintendencia de Industria y comercio, sin tener facultades para ello, porque propósito de Petro es siguiendo los parámetros del grupo de Sao Paulo obtener el control del organismo electoral. Debemos por ende respaldar al doctor Penagos.

Nos corresponde hacer ver a los colombianos de que Petro, como lo hemos expresado en varios editoriales, está empeñado en continuar gobernandonos; hará todo lo conducente para ese fin; bien directamente pese a su rechazo a su nombre o sumando sus huestes al candidato de izquierda radical que a su juicio tenga más opción. Esas son simples hipótesis, sobre la base de que hubiese elecciones presidenciales en el 2026.

Claramente Petro quiere prolongar su período, a como dé lugar ya que insistentemente él mismo ha dicho que cuatro años es poco para su “desgobierno histórico”.

Indudablemente, los años venideros en materia política serán de zozobra, oscuridad e incertidumbre.

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